Adrián
Sasha... digo suavemente, poniendo mi mano sobre su hombro, tratando de reconfortarla. Pero ella me mira con ojos donde aún brillan destellos de fuego.
Ella sacude la cabeza, como para despejar cualquier pensamiento de debilidad.
Hicimos lo que debíamos, responde, su voz débil pero decidida. Pero eso no significa que todo haya terminado. Livia era un obstáculo, pero... quedan tantas cosas por reparar.
Asiento con la cabeza, sabiendo en el fondo de mí que tiene razón. La victoria sobre Livia no ha borrado las cicatrices de esta guerra. Solo ha marcado el final de un capítulo y la apertura de otro.
¿Qué vas a hacer ahora? le pregunto. Mi corazón se acelera, no por miedo, sino por una especie de desesperación silenciosa. Porque si el final de la batalla está cerca, otra guerra, más íntima, se vislumbra en el horizonte. Una guerra que debemos librar juntos.
Sasha se gira lentamente hacia mí, su mirada cautivadora pero llena de dolor. Veo en ella la tensión que nunca desaparece, la