Adrian
Adrian, pareces en otro lugar, dice Sasha con voz calmada, pero percibo un subtexto, una pregunta silenciosa. Sus ojos se vuelven hacia mí, el destello helado de la inteligencia mordaz siempre presente. Un escalofrío me recorre. Ella me lee demasiado bien, demasiado rápido.
Le lanzo una mirada furtiva, tratando de ocultar mi inquietud.
Estoy aquí, no te preocupes, respondo encogiéndome de hombros, aunque mi voz traiciona una tensión que trato de reprimir.
Ella inclina ligeramente la cabeza, pero no dice nada más. Sabe que no se trata simplemente de cansancio. Conoce ese destello en mis ojos. Sasha no tiene lugar para la debilidad, ni para las dudas. No en su legión, no en su guerra.
Llegamos ante un edificio que parece abandonado, las ventanas cubiertas con tablones de madera, la sombra de una entrada oscura nos invita a entrar. Aquí es donde debemos encontrarnos con nuestros aliados, aquellos que comparten nuestra visión, pero que aún permanecen en la sombra, los dedos temblan