Sasha
El cielo está bajo, pesado de promesas no cumplidas. La ciudad se extiende ante mí, un lienzo de concreto y vidrio, frío e inhóspito, pero también vibrante de una vida oculta, la de las sombras que se mueven en los callejones, los murmullos que se cruzan en los rincones oscuros. Las almas perdidas y los aliados potenciales, todos esperan una señal. Y hoy, nos toca a nosotros darles esa señal.
Me giro hacia Dante, su mirada siempre tan intensa, siempre tan calculadora. No es un hombre que actúa sin reflexionar, y aunque la guerra parece haber terminado para muchos, para nosotros, apenas comienza.
Los vamos a encontrar, dice, con la voz teñida de una determinación inquebrantable. Las sombras que se ocultan, aquellas que creen que no las vemos. Pero se equivocan. Les haremos saber que estamos aquí.
Asiento con la cabeza, mi corazón latiendo al ritmo de sus palabras. El desafío es grande, pero está claro. Cada miembro de la legión que se ha unido a nosotros, cada aliado, cada traici