—Estoy de acuerdo.
Dije esto sin emociones, pero noté que la mano de Daniel se tensó. Después de tanto tiempo de enredos y la pérdida de nuestro hijo, creí que era hora de soltar. No importaba si Daniel llegaba a aclararse o no; en realidad, divorciarnos era la mejor opción.
Me senté con cansancio; mi resistencia física ya estaba al límite. La medicación realmente controla mi enfermedad, pero también me hace más propensa a fatigar. Al final, la salud y la longevidad no son cosas que se puedan esperar.
Karla se enderezó, y sus labios se curvaron involuntariamente. Ella pensaba que había ganado.
No la miré, sino a Daniel.
—¿Usamos el acuerdo de divorcio que ya teníamos o buscas a un abogado nuevo?
—¿El anterior? —Daniel me miró, confundido.
No le dije más, solo le pedí a Fernando que buscara a un abogado.
—Camila aún tiene acciones. Ahora que nos divorciamos, ¿no deberían devolverse? Además, las empresas con las que hemos colaborado esta vez están pidiendo compensación... —Karla volvió a