RODRIGO
—No sé de qué hablas— digo agitado aparentando la tranquilidad que por supuesto no tengo — ¿Que pasa, porque entras así?
Preguntó con el cinismo que me sorprende porque uno debe aprender a conocerse, yo sé que soy una mierda, admito que lo de mi ex novia me volvió peor pero aún así esto es algo que me rebasa porque se trata de un amigo, uno muy querido para mí.
Me alejo rápido por un vaso con agua mientras el ingresa a la oficina, mi oficina que tiene la alfombra desordenada, a Gabriela temblando pálida y alguno de los dos debe ser lo suficientemente fuerte o hipócrita para “encarar” al amigo que ha estado apoyándome en muchos momentos complicados y al que yo le estoy viendo la cara de imbécil.
Me siento en la silla ocultando lo mejor que puedo la erección que su novia, la mujer que no dice una sola palabra me causa, a la que me acabo de coger y con la que quiero repetir estúpidamente hablándole de Italia y cosas que no debería pero no evito hacer.
—¿Pasa algo?— vuelvo a pre