Camino al lado de mi esposo, bajo la luz de la luna llena que ilumina el sendero serpenteante que asciende por la pendiente boscosa. El silencio entre nosotros es cómodo, pero mis pensamientos están en otro lado. A lo lejos, veo la cabaña en la cima de la colina, brillando con una luz propia, invitándonos a acercarnos.
Mientras caminamos, siento el peso de la realidad de nuestro matrimonio arreglado, pero en este momento, no parece importar. La presencia de él a mi lado, el sonido de nuestros pasos sincronizados, y el aroma a madera y hojas secas del bosque crean una sensación de intimidad que no se qué hacer con ella.
La pendiente se vuelve más empinada, y siento mi corazón latiendo un poco más rápido, no solo por el esfuerzo físico, sino por la emoción que se acumula en mi pecho. La luna ilumina el rostro de mi esposo, y por un momento, me permito sentir que quizás, solo quizás, hay algo más en nuestra relación que una simple alianza.
La cabaña está cada vez más cerca, y puedo senti