Narrado por Aiden
Los días transcurrían en una calma engañosa en nuestra cabaña en el bosque. Después de los intensos eventos recientes—los rituales, las batallas y las traiciones que parecían sacudir nuestro destino—Anya y yo habíamos encontrado un refugio en nuestra intimidad, fortaleciendo nuestro vínculo con cada amanecer. Sin embargo, en mi interior, una inquietud latente comenzaba a crecer, una sospecha que no podía ignorar.
Observaba a Anya con atención. Aunque su espíritu seguía siendo indomable, empecé a notar pequeños cambios en ella: una fatiga inusual, náuseas matutinas y una sensibilidad acrecentada en cada gesto. Al principio, atribuí estos síntomas al estrés y al desgaste de las últimas semanas, pero poco a poco una sospecha oscura comenzó a arraigarse en mi mente.
Una mañana, mientras el sol se filtraba suavemente por las cortinas raídas de la habitación, vi a Anya levantarse de la cama con una mano apoyada sobre su vientre, y una expresión de incomodidad marcaba su ro