27. La elección imposible.
El sol estaba comenzando a ocultarse cuando salí al exterior, rodeado por la frialdad de la noche que comenzaba a tomar el control de la ciudad. Las sombras parecían crecer con cada paso que daba, y en mi pecho, el peso de la decisión que se cernía sobre mí se hacía cada vez más insoportable.
Rita aún no sabía a qué me enfrentaba, no completamente. No sabía lo que era ser el alfa de una manada, ni lo que significaba ser parte de una guerra por el control. No entendía el precio de la lealtad, lo que significaba traicionar a tu propia sangre, ni el sacrificio que iba a ser necesario para salir de esto intacto.
Pero a medida que avanzaba por las calles, una parte de mí sabía que no podía seguir escondiendo la verdad.
El encuentro con Natan había sido solo el principio. La batalla no se libraría solo con fuerza bruta; no solo se trataba de ganar o perder, sino de destruir lo que había construido en mi vida. Y, en ese preciso momento, era imposible pensar en otra cosa más que en Rita.
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