Alaric
—¿Cómo que activaron el protocolo de cierre del castillo? ¡Yo no escucho absolutamente nada! —demando mientras recorríamos los pasillos. Yo llevaba de la mano a la hechicera, prácticamente arrastrándola. Estaba tentado a cargarla entre mis brazos, pero temía que Amelia me lanzara miradas peor de la que ya me estaba dando. ¡Quién lo diría! Yo, el rey supremo y poderoso, preocupado por el qué dirán mis guerreros.
—Fue bastante ruidosa Su Majestad, supongo que estaba muy ocupado... —comentó Amelia, y yo gruñí. ¿Para qué negarlo? Estaba perdido en el hechizo de esta pequeña criatura, en su boca, decidido a conocer más de sus secretos. Si no me hubieran interrumpido, no sé a dónde habría llegado.
—A donde ella nos los permitiera —añadió Roy.
—Además, tuvimos una inundación. Uno de los tanques empezó a filtrar agua —añade ella.
—¿Tiene que ver con el ataque? —
—No lo creemos. Por ahora, el enemigo no ha entrado al castillo —añadió mientras el suelo retumbaba.
—Todo el que pueda pelea