Capítulo 23
Encontraré a mi esposa
Denzel
El silencio lo abarca todo. Es espeso, asfixiante. Como si el aire supiera que no puedo moverme, que no puedo gritar, que estoy atrapado dentro de este cuerpo que alguna vez fue invencible. Respiro, pero es lo único que puedo hacer. Cada inhalación es un recordatorio de que estoy vivo… y de que no debería estarlo, la herida aún arde en mi pecho, aunque no puedo tocarla. La siento en mi mente, como una cicatriz que se niega a cerrarse. Fui vencido. Yo, un Alfa de Lunareth, derrotado como un cachorro, por otro Alfa. Uno de Selmorra. Lo recuerdo: su pelaje negro como la muerte, sus ojos sin alma, su fuerza brutal. No me dio oportunidad. No me ofreció ni el respeto del combate. Solo atacó. Y me derribó.
Y en medio del dolor… Maya.
Aparece en mi memoria como una mancha, no como un recuerdo dulce, no como una pérdida, sino como un error. Ella fue mi debilidad. Una humana, débil, impredecible, una carga, no debí haberla traído a este mundo de lobos,