Capitulo 14
Un poder oculto
Decidí entrar a la cabaña. Me acomodé cerca de la fogata, intentando entrar en calor, y a los pocos minutos escuché la puerta abrirse con un crujido que me sobresaltó. Cuando volteé, vi a Erick. No se veía nada bien. Su rostro estaba cubierto de sudor, tenía cortes en la frente y los brazos, y su ropa estaba desgarrada. Por instinto me acerqué a él para ayudarlo. Una de mis debilidades —o quizás una virtud— es que siempre he deseado ayudar.
—¡Dime cómo puedo ayudarte! —le dije con prisa, mientras visualizaba el botiquín de primeros auxilios sobre una de las repisas.
—Estoy bien —murmuró, pero noté que apenas podía sostenerse en pie.
—No, déjame ver —insistí, y me acerqué a su pecho para revisar las heridas. Entonces él detuvo mi mano con la suya. La presión fue fuerte al principio, como una advertencia, pero luego su agarre se aflojó.
—Dije que estoy b… —ni siquiera terminó la frase. Se desplomó en uno de los sillones, y apenas logré ayudarlo a llegar hasta