¡La calabaza se rompió inmediatamente en el suelo y Fadiga comenzó a decir tonterías! De su boca se le oía articular frases insignificantes.
– Abilawa, ¿vas a comer? Ven a comer. ¿Vas a dormir? Vamos, duerme a mis espaldas. ¿Vas a orinar? Entonces, por favor, orina ahí.
Fadiga hizo preguntas y al mismo tiempo las respondió. Abilawa, muy sorprendido, corrió al patio y fue a informar al padre.
– Papá, papá, papá, Fadiga se ha desnudado completamente y quiere huir de casa.
-¿De qué se trata esta historia de nuevo? Fadiga, que me dejó enseguida, ¿qué hizo?
Jean-Paul, sorprendido por la noticia, salió rápidamente del vehículo y corrió hacia la sala de estar. De hecho, su esposa ya se había desnudado por completo y estaba a punto de asaltar el patio, y era su hija Teodora quien la sostenía con lágrimas en los ojos.
—Soy Abilawa —dijo Theodora preocupada dirigiéndose a su padre adoptivo.
- Qué ? ¿Qué hice? El acusado se sorprendió.
– ¿No fue en tus manos que encontré esta calabaza? Papá, te