La velada fue alegre en casa de los Desfield. Fidélia, sentada frente a Stéphane, tenía una preocupación de la que no sabía cómo deshacerse.
– Apuesto a que tienes algo que decirme; Así que adelante, estoy escuchando, le repitió el profesor.
Fidélia, rompiendo a reír, preguntó a su interlocutor qué era lo que le inspiraba constantemente esa especie de imaginación.
– ¡Porque te conozco! Es cuando tienes algo que decir que empiezas a mirarme con lascivia.
La joven madre dio otra sonrisa misteriosa y...
-¡Así es, no te equivocas! Tengo muchas cosas que discutir contigo.
– ¿Muchas cosas? ¡Así que te estoy escuchando!
- GRACIAS ! Me gustaría saber ¿cuánto tiempo tenemos que esperar antes de visitar a nuestros padres?
– ¿Y eso es todo?
– Cariño, recuerda que la gente normal nunca responde una pregunta con otra. Entonces, por favor respóndeme primero.
– Depende de ustedes decidirlo.
– ¡Gracias cariño! ¡Eres realmente el mejor esposo!
-Es cuando quieres provocar que empieces halagando.
- Te e