Esta mañana, antes de ponerse su viejo uniforme, Abilawa, imaginando que se burlaría de su padre como solía hacerlo, fue a verlo a su biblioteca y, todo sonrisas, le preguntó:
– Papá, ya es hora de volver al cole, ¿no vas a comprarme un nuevo traje color caqui?
"Estás enfermo", dijo el padre de repente. ¿Qué dinero me diste para que vinieras a pararte frente a mí y me hicieras esta maldita pregunta? ¿O acaso tu madre, queriendo morir, me dejó sus escasos ahorros?
Abilawa, sin decir otra palabra, salió tranquilamente de la habitación con lágrimas en los ojos. Fue a buscar su viejo bolso y, todavía llorando, salió de la casa. Apenas había llegado a la puerta cuando vio en el suelo un billete con la inscripción “diez mil francos”. Ella se agachó y cogió la nota. Secándose rápidamente las lágrimas, agradeció al cielo por comprender su necesidad y darle esa nota inesperada.
– Gracias Señor, gracias por darme este boleto. Gracias mamá; Gracias por ayudarme a descubrir esta publicación.
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