Tres semanas después del funeral de su padre, Teodora, sin tener dónde quedarse, fue llevada con su tío Marcelino, un polígamo que luchaba por cuidar de sus propios hijos.
“Teodora”, llamó el tío, “te han traído a mi casa”. No puedo hacerme cargo de tu educación. Lo único que podría hacer por usted sería quizás encontrarle algo de dinero para que inicie un pequeño negocio. Si no eres muy cuidadoso con este capital y desgraciadamente lo agotas, no te atrevas a imaginar que encontrarás más. Es con la intención de no dejarte sufrir que quiero darte este privilegio. Así que toma estos diez mil francos y ve y soluciona el problema tú mismo.
Apenas dicho y hecho, las lágrimas comenzaron a formarse en los ojos del huérfano. Esas lágrimas realmente tenían significado.
-¿Por qué quieres llorar? Quiero independencia financiera de ti y ¿lloras?
—Tío, ¿qué edad tengo para cuidar de mí mismo? ¡Qué terrible es perder a una madre y a un padre en el mismo año!
- Lo lamento ! Esto es lo único que pued