Eva.
Me despierto con los gritos de Eros y el corazón completamente fuera de control, tengo los latidos acelerados y me palpita del dolor la pierna mala, miro a mi alrededor, buscando la razón de los alaridos de Eros, sin embargo, estamos completamente solos, a nuestro alrededor lo único que se ve son los arboles que nos han acompañado desde que llegamos aquí y el silbido de algunos de los insectos y animales silvestres.
–¿Estás bien? – le pregunto, creyendo que está despierto – ¿Te picó algo? – es lo único que se me ocurre para que este vociferando de esta manera.
Él no responde, pero se mueve salvajemente sobre nuestras chaquetas.
–Eros – lo zarandeo ligeramente, él se da media vuelta y me doy cuenta de que está dormido, tiene los ojos cerrados y el fuego que apenas se está extinguiendo me deja ve