La pareja sustituta
La pareja sustituta
Por: Caracol
Capítulo 01
Preparé todos los detalles para mi partida y colgué el teléfono.

Mi solicitud para abandonar la manada entrará en vigor dentro de dos días. Entonces me marcharé a un lugar donde nadie me conozca. Y no volveré jamás.

En ese momento, desde afuera me llegó el aroma fresco de hierba, el mismo que siempre traía Samuel consigo. Instintivamente, levanté la vista y me encontré con su mirada dulce y envolvente.

—¿Con quién hablabas? —preguntó con su tono de siempre.

—Con un amigo, solo hablábamos de cosas sin importancia —respondí, obligándome a sonreír con la mayor naturalidad que pude.

Me besó la frente con ternura, y, con su voz cargada de ese cariño que tantas veces me hizo sentir segura, me informó:

—Esta mañana cazamos un alce en el Bosque Oscuro. Guardé para ti el corazón, la parte más preciada. ¿Quieres probarlo?

Llevamos cinco años casados. Samuel siempre me ha cuidado con dedicación, con una dulzura que cualquiera en la manada envidiaría.

Todos dicen que nuestro Alfa es el lobo más enamorado del territorio. Pero lo que nadie sabe es… que Samuel solo me reclamó. Organizó para mí un rito de emparejamiento, sí, pero nunca me marcó con su mordida.

Antes no me importaba. Pensaba que su amor era suficiente. Pero ahora sé que la única a quien él deseaba marcar realmente era a… Liliana.

Yo creía vivir en una historia de amor. Pero todo este tiempo, esa felicidad era solo una fachada. Una ilusión construida cuidadosamente por Samuel para proteger a la verdadera dueña de su corazón: Liliana.

Él acarició mi espalda con delicadeza, y, con una voz suave que apenas disimulaba su intención, dijo:

—Mañana la Manada Rosa Blanca hará una fiesta para celebrar el embarazo de Liliana, y su nominación para el puesto de Sanadora Principal. No hace falta que vayas. Yo llevaré tu regalo.

—¿Y la elección para Sanadora Principal…? —quise preguntar.

Pero Samuel me interrumpió de inmediato, con un tono dulce pero inapelable:

—Es un proceso muy agotador. Dijiste que querías tener un cachorro, ¿recuerdas? Este es un buen momento para que descanses y prepares tu cuerpo.

Cerré la boca, tragando el nudo que me apretaba la garganta.

Durante años no logramos tener un cachorro. Yo pensaba que era obra del destino. Jamás se me ocurrió que, tal vez, Samuel... realmente nunca quiso.

Esta vez me impide postularme no porque le preocupe mi salud, sino porque no quiere que estorbe a Liliana.

Me abrazó como tantas otras veces, sin darse cuenta de que mi alma se hundía, rota, en el fondo de un abismo sin luz.

—Pasado mañana es nuestro quinto aniversario. Ya tengo tu regalo listo. Y esto también —añadió, colocando un ramo de lirios frescos en mis brazos—. Tus flores favoritas. ¡Feliz cumpleaños por adelantado!

Me quedé mirando las flores. El aroma dulce y suave, que alguna vez me pareció tierno, ahora se me clavaba en el pecho como espinas.

Cada fecha importante, me regalaba lirios.

Y ahora por fin lo entiendo: los lirios son las flores favoritas de Liliana.

Sus bendiciones, sus gestos… nunca fueron realmente para mí.

—¿Estarás conmigo en mi cumpleaños? —pregunté, conteniendo el temblor en mi voz.

Asintió sin dudar:

—Claro, Anya. Tú eres lo más importante para mí.

Le devolví una sonrisa, mirándolo directo a sus ojos llenos de supuesta devoción. Un acto perfecto, una actuación sin fallas… que ha sostenido por los últimos cinco años.

Por Liliana… ha dado demasiado.

Por la noche, no pude dormir. Me moví en la cama, inquieta, y sin querer tiré la pulsera de colmillos que siempre llevaba en la muñeca.

Al recogerla, algo brilló entre las cuentas.

Miré con atención.

Cada cuenta… tenía grabado el nombre de Liliana.

En ese instante, se desvaneció el último resquicio de esperanza que quedaba en mi corazón.

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