Campamento de los Tarkuts
Al amanecer partió el Tarkut enviado por Furr a Uratis. ¿Su misión? Contactar a Desz y ponerlo al tanto de los últimos movimientos de los Dumas.
—Espero que Desz regrese cuanto antes, no podemos perder más tiempo —decía Furr.
Mel había ido al río y fue tras ella. Tenía demasiadas cosas en las que pensar como para además lidiar con la tristeza de su amada, pero allí estaba, sentado junto a ella viendo los pequeños peces de colores nadando en el agua cristalina.
—Vamos a vengarlos, Mel, eso te dará la tranquilidad que has perdido.
—El deseo de venganza sólo alimentará mi ira. He visto lo que es capaz de hacer la ira —dijo ella, mirando a Furr—. No quiero que la ira y el odio me consuman, no quiero acabar perdiéndome a mí misma. Tengo miedo de que esto que siento en mi pecho nunca se desvanezca.
Furr la abrazó. Le besó la frente y los labios que se habían vuelto pálidos.
—Aquí la ira soy yo, Mel. No vas a ocupar mi lugar.
—¿Y cuál es el mío?
—Tú eres... la