Capítulo 13. El callejón
ELENA
El lobo seguía ah, pisándome la espalda, apretándome contra el suelo. No sabía cuánto tiempo había pasado, minutos, tal vez o una eternidad. La música del evento aún se escuchaba a lo lejos. Mientras todos celebraban, yo estaba en un callejón sin salida, derrotada.
Giré la cabeza apenas unos centímetros, lo suficiente para ver sombras al final del callejón. Cinco personas caminaban hacia nosotros. Mis padres, Gabriel y los otros dos no los conocía.
El hombre que me estaba pisando se apartó lentamente, como si supiera que su trabajo estaba hecho. Se quedó a un lado, en silencio, como un perro faldero que espera órdenes.
Mi padre fue el primero en acercarse. Sus ojos no mostraban sorpresa, ni compasión. Solo decepción. Una decepción tan profunda que dolía más que cualquier golpe.
—Así que aquí estabas —dijo, sin levantar la voz.
Mi madre se quedó unos pasos atrás, con las manos entrelazadas y los ojos brillantes. No se atrevía a hablar. No se atrevía a mirarme directamente.
Y Gab