Capítulo 40: Un toque de vida
Los días siguientes a la llegada de los diseñadores fueron un torbellino de novedades para Violet. La mansión, que al principio le había parecido un monumento imponente, silencioso y algo impersonal, comenzaba a transformarse bajo su influencia, desprendiéndose de su fría formalidad. Adrián cumplía cada una de sus peticiones con una eficiencia casi militar que la asombraba.
El primer día, un equipo de diseñadores desplegó catálogos y muestras en el gran salón; al siguiente, el chirrido de los frenos de los camiones de mudanza anunciaba la llegada de nuevas telas y decoraciones.
Violet pasó horas inmersa en las texturas y los colores. Sus dedos se deslizaban sobre el terciopelo suave, el lino fresco y la seda brillante de las muestras, oliendo el nuevo aroma de la madera de cedro en los bocetos de muebles. Se concentró en los tonos que pudieran desterrar el omnipresente gris.
Eligió un azul grisáceo cálido para el salón, que parecía atrapar la luz de la