«¿Estás loca?» El hombre —Erick— miró fijamente a Ruby, el ceño fruncido.
Ruby se aferró a su brazo con fuerza, su vestido desordenado, el rostro empapado en lágrimas. «Lo digo en serio. Cásate conmigo ahora mismo. No me importa quién eres. Sólo necesito un esposo hoy.»
Erick guardó silencio un momento y luego soltó un largo suspiro. «Ni siquiera sabes mi nombre.»
«Entonces dímelo ahora.» Ruby lo miró con ojos ardientes, aunque su voz temblaba. «¿Cómo te llamas?»
«Erick.» Su respuesta fue breve, pero sus ojos recorrieron a Ruby con una mirada penetrante, como si quisiera leer su alma.
Ruby le apretó la mano con más fuerza. «Erick, vayamos al registro civil. Te pagaré cincuenta millones al mes. No estoy bromeando.»
Erick soltó una pequeña risa irónica. «Eres una mujer extraña. La gente normalmente se casa por amor, o al menos porque se conoce. ¿Y tú? Ofreces dinero a un desconocido en la calle.»
Ruby alzó el rostro, su mirada firme. «Prefiero casarme con un extraño antes que vivir con un traidor.»
Un silencio breve. Sólo el ruido de los autos alrededor. Entonces Erick sonrió de lado, como si la loca valentía de Ruby despertara su interés.
«De acuerdo.»
Ruby abrió mucho los ojos. «¿Aceptas?»
«Sí.» Erick se encogió de hombros con naturalidad. «Después de todo, ¿quién podría rechazar un sueldo de cincuenta millones al mes? Pero no te arrepientas después, señorita Wilson.»
Ruby parpadeó. «¿Sabes quién soy?»
Erick sonrió apenas. «Toda la ciudad sabe quién es Ruby Wilson. La hija de la familia Wilson, la novia que huyó de su boda. Seguro que la noticia ya es viral.»
Ruby tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza. «Entonces, vamos ahora mismo.»
---
En la oficina del registro civil, el ambiente era silencioso. Sólo un funcionario de mediana edad los observaba con asombro.
«¿Están realmente seguros?» preguntó el funcionario, con tono dudoso. «Este matrimonio será legal. No es un juego.»
Ruby miró de reojo a Erick y luego al funcionario. «Estamos seguros.»
Erick se recostó con calma en la silla, los brazos cruzados. «Yo no tengo objeciones.»
El funcionario suspiró. «Bien… entonces llenen este formulario. No cometan errores.»
Ruby tomó la pluma. Su mano temblaba, pero se obligó a escribir con firmeza: Ruby Alexandra Wilson.
Erick escribió rápido, con letras fuertes: Erick Donovan.
Ruby lo miró de reojo. «¿Donovan?»
Erick sonrió con ligereza. «¿Por qué? ¿Te suena extraño?»
Ruby negó con la cabeza. «No. Sólo… suena fuerte.»
El funcionario les pasó el siguiente documento. «Ambos firmen aquí, y aquí. Después de eso, el matrimonio será oficial.»
Ruby levantó la pluma de nuevo. Se detuvo un instante. En su mente apareció la imagen de Edward y Emilia sonriendo con burla. Rechinó los dientes y firmó con determinación.
Erick la observó unos segundos antes de estampar su firma. Sus labios se curvaron apenas. «Eres realmente una mujer valiente.»
Ruby le devolvió la mirada. «O una mujer desesperada.»
Erick soltó una leve carcajada. «Quizás ambas cosas.»
El funcionario cerró la carpeta de documentos y se levantó. «Con esto, su matrimonio queda legalmente reconocido. Felicidades.»
Ruby cerró los ojos un instante, sintiendo su pecho apretado pero a la vez aliviado. Ya no era la prometida de Edward Scarlett. Ahora era… la esposa legal de un hombre desconocido.
---
Al salir del registro civil, Ruby apretaba contra su pecho la carpeta matrimonial. «Ya es oficial. Nadie podrá menospreciarme otra vez.»
Erick caminaba a su lado con paso tranquilo. «¿Estás segura?»
Ruby lo miró con rapidez. «¿Qué quieres decir?»
Erick la recorrió con la mirada de arriba abajo y sonrió. «Seguirán menospreciándote. La diferencia es que ahora yo también seré el blanco.»
Ruby mordió su labio inferior. «No me importa. Mientras no vuelva con Edward.»
Erick se detuvo, mirándola con seriedad. «¿De verdad crees que esto se trata sólo de huir de Edward? ¿O en realidad quieres demostrarle algo al mundo?»
Ruby se quedó en silencio. Sus palabras la golpearon en lo más hondo. No quería parecer débil. Quería demostrar que podía levantarse aunque todos se burlaran de ella.
«Quiero demostrarlo,» murmuró Ruby. «No sólo al mundo. También a mí misma.»
Erick sonrió de lado. «Entonces prepárate. Vivir con un extraño como yo no será tan fácil como imaginas.»
Ruby lo miró con firmeza. «Estoy lista para enfrentar lo que sea.»
De repente, una risa resonó detrás de ellos. Ruby se giró, su cuerpo se tensó.
Edward y Emilia estaban allí.
«¡Dios mío!» Emilia se tapó la boca, fingiendo sorpresa. «Así que es cierto lo que dicen. Hermana Ruby realmente se casó con este desconocido.»
Edward dio un paso al frente, con la mirada cargada de burla. «Ruby, eres increíblemente imprudente. ¿Casarte con un hombre cuyo origen ni siquiera conoces? ¿Crees que eso salvará tu honor?»
Ruby se aferró al brazo de Erick. «Prefiero casarme con un extraño antes que atarme a un traidor como tú, Edward.»
Edward soltó una risa despreciativa. «¿Sabes, Ruby? Todos los invitados se rieron de ti. Dijeron que no eras más que una mujer desesperada. Y mira tu elección: un pobre hombre sin apellido ilustre.»
Emilia añadió con veneno en la voz: «Sólo has logrado avergonzar a nuestra familia, hermana Ruby. ¿De verdad crees que la gente creerá que eres feliz con… este hombre?»
Ruby los miró con odio. «Pueden reírse ahora. Pero algún día se arrepentirán.»
Edward se inclinó hasta quedar a su altura, con una sonrisa cruel. «¿Ah, sí? ¿Con tu marido de alquiler? Estoy ansioso por verlo.»
Ruby cerró el puño, pero Erick lo sujetó con calma. Luego miró fijamente a Edward, su voz baja y amenazante.
«Será mejor que midas tus palabras, Scarlett.»
Edward lo fulminó con la mirada, sorprendido. «¿Qué quieres decir?»
Erick sonrió apenas, sus ojos brillando con frialdad. «Porque desde hoy, Ruby es mi esposa. Y no pienso quedarme de brazos cruzados si alguien intenta hacerle daño.»
Ruby lo miró con sobresalto, su corazón latiendo con fuerza. Había algo en el tono de Erick… algo que le hacía pensar que no era un hombre cualquiera.
Edward se quedó mudo, el rostro endurecido. Emilia lo sujetó del brazo con nerviosismo.
Ruby miró a Erick y susurró: «¿Quién eres en realidad, Erick?»