«¡Nunca olvidaré esta noche, Erick!»
Edward gritó con fuerza mientras apartaba bruscamente la mano de Emilia, que intentaba detenerlo. Su rostro estaba encendido, sus ojos salvajes, llenos de furia y vergüenza. Caminó a grandes zancadas hacia la salida del salón, sus pasos resonando contra el mármol.
«¡Edward! ¡Espérame!» Emilia corrió tras él, el largo de su vestido arrastrándose por el suelo. «¡No puedes marcharte de esta manera! ¡Todos nos miran!»
«¡Cállate, Emilia!» Edward giró con brusquedad, casi gritándole. «¡Precisamente porque todos me miran debo irme antes de explotar delante de ellos!»
Cuando llegaron al área de estacionamiento, un hombre vestido de manera formal se acercó. Llevaba una carpeta marrón con un sello oficial. Su expresión era rígida, su mirada penetrante.
«¿Señor Edward Scarlett?» preguntó el hombre.
Edward bufó con fastidio. «¿Y ahora qué? ¡No me molestes!»
El hombre inclinó levemente la cabeza y le entregó la carpeta. «Soy mensajero del consejo directivo de S