El teléfono de Ruby vibró sobre la mesa de trabajo. Acababa de terminar una reunión con el equipo de diseño en la empresa de Erick. El nombre que apareció en la pantalla la dejó inmóvil; su corazón comenzó a latir con fuerza.
Edward Scarlett.
Ruby miró la pantalla con las manos temblorosas. «¿Por qué me llama ahora?», murmuró en voz baja.
Erick, que aún estaba sentado en el extremo de la mesa, notó el cambio en el rostro de Ruby. «¿Qué sucede?», preguntó con suavidad.
Ruby tragó saliva y negó rápidamente. «Nada… nada importante. Solo un número irrelevante.» Tomó el teléfono a toda prisa y salió de la sala.
En cuanto la puerta se cerró, Ruby presionó el botón verde. «¿Qué quieres, Edward?», dijo con tono cortante.
Al otro lado se escuchó una risa baja, llena de burla. «Ruby, Ruby… tu voz sigue igual. Llena de odio hacia mí. Pero yo sé que, en el fondo, todavía deseas respuestas que nunca has obtenido.»
Ruby apretó los dientes. «No necesito respuestas de ti. Eres solo un hombre despreci