3. Extraño

Se encontraba en una hermosa cafetería teniendo el almuerzo. Ya algunas bolsas de compras la acompañan y se ha comunicado con su familia para darles las buenas noticias de su nuevo empleo. Afortunadamente ha quedado con una de sus mejores amigas, aunque es la única que tenía en realidad, a almorzar en el mismo lugar aprovechando el día libre de ella.

Los nervios aún no se han ido, porque si bien ya consiguió el empleo se podría decir que ahora faltaba la parte más complicada, sostenerlo. Trabajar en la empresa de su sueño es el paso uno que logró cumplir, pero le tocaba no solo demostrar que es apta y merece el puesto, también enfrentarse a lo que viene con la idea de que es la novia del hijo del sueño, que si bien Ashton le ha indicado que no es algo que debe preocuparle, ella no dejaba de pensar en lo mismo.

Su sonrisa se amplió cuando Ava, apenas ingresando al lugar, empezó a mover los hombros y sacudir su curvilíneo cuerpo llamando la atención de los clientes del lugar y vaya que eran muchos. Ava no tenía ningún problema de ser extrovertida y el centro del universo, solía decir que ella era un planeta y que el sol giraba a su alrededor no al contrario.

En cuanto se encontraron las dos se abrazaron de manera apretada, en su cuerpo lleno de deliciosas curvas Ava sacudió a su amiga y le dejó doble beso retirándose su abrigo largo.

—¿Por qué luces como si acabas de salir del polo?—consultó Verónica con una tibia sonrisa.

—La calefacción de papá se ha dañado y hemos pasado todo el día tratando de repararla, y todo porque el señor más tacaño del mundo no quiso contratar a nadie—tomó del vaso de agua que estaba ante ella—pero ¿adivina? Dañó algo que puso el apartamento bajo cero así que sí o sí le tocará llamar al técnico—se burló segura—pero no importa más la calefacción de mi padre, cuenta, cuéntame futura señora Harrington, ¿Qué se siente saber que va a trabajar en lo que será su imperio?

—No estés molestando—Verónica solo negó con una amplia sonrisa—nadie, afortunadamente, sabe en ese lugar que estoy saliendo con Ashton y espero que así continúe porque la verdad es que ya no puedo dejar de pensar en el qué dirán…

—¿Qué dirán quienes?

—Las personas, los empleados de la empresa.

—¿Y eso a ti porque te importa?—la pregunta la hizo acomodarse bien en la silla y suspirar—ay vamos Vero, conociste a este papacito tiempo después de que enviaste tu solicitud de trabajo y aun cuando no haya sido así, te debería de importar lo mismo que una opinión de vaca lo que los otros digan.

—Las vacas no opinan.

—¡Exacto!—fue segura ante Verónica que solo se puso a reír—vamos, estás en una relación de ensueño con un hombre que también lo es, acabas de conseguir el empleo de tu vida, el que llevas ¿Cuánto? A ver te conozco desde hace siete años, y llevas hablando creo que seis de lo que sería trabajar en INDERHSA, pero no luces feliz—arrugó el ceño viéndola de frente—deberías estar pegando gritos de felicidad, ¡conseguiste el trabajo de tu sueño!—soltó demasiado emocionada.

—¡Ava!—Verónica solo se puso a reír pidiéndole un poco más de control.

—Okay, Okay, luego celebramos, pero antes dime ¿Qué sucede?

—Nada, es que no pasa nada—la amiga achicó la mirada.

—Verónica, hemos sido amigas desde que inició la universidad, cuando éramos dos mocosas que se perdieron en aquellos pasillos, ¿lo recuerdas?—la castaña solo se puso a reír—nos hemos cuidado las espaldas, me ayudaste con mi depresión cuando perdí a mi madre, celebramos cada cumpleaños de mi gato desde que lo metimos a escondidas a la universidad—nuevamente Verónica amplió la sonrisa—tienes una habitación en mi casa que papá armó para cuando te quedes, sabes bien que eres como mi hermana, así que no me digas que no pasa nada ¡porque te conozco!—lo último lo soltó más fuerte—así que habla.

Verónica tomó del agua, intentó ordenar sus ideas y solo se puso de pie viendo como Ava la elogió por lo bien que lucía en su ropa de trabajo, se retiró la chaqueta y cuando estuvo ante los ojos azules ojos de la rubia Ava, solo pasó saliva.

—Este fin de semana conoceré a la familia de Ashton—Ava asintió, ya sabía de ese plan—es el cumpleaños número cuarenta del padre.

—Uff que rico—se saboreó Ava de inmediato.

—¡Ay por dios! No empieces.

—Vamos Vero, vamos, debes admitir que el hombre está como lo receta cualquier médico. Una dosis de señor Harrington al menos tres veces al día con una duración de seis a ocho orgasmos por sesión.

Las dos estallaron en una carcajada cuando vieron al impávido mesero a su lado, el chico aclaró su garganta, pero con las mejillas coloradas les colocó a cada una el menú, pero Ava lo dejó de lado exigiéndole a su amiga que continuará.

—Luego comemos, continua.

—Okay, la cuestión es que he pensado mucho, sobre todo en estos días, que es como avanzar en nuestra relación y digo si tenemos siete meses y para muchas puede ser un paso increíble, sobre todo porque viene de él, pero…

—¿Te asusta la idea que parezca demasiado serio?

Verónica después de morderse el carnoso labio inferior asintió.

—Y a eso le sumo que su padre será mi jefe, incluso él podría ser mi jefe y sí, ahorita debería estar estallando en orgullo, en celebración porque tienes toda la razón llevó años queriendo un puesto en esta empresa, pero me aterra la idea de no ser vista por mi talento o conocimiento, si no por ser la novia del hijo del dueño—pasó saliva, intentando ordenar sus ideas—no solo quiero ser la novia de Ashton, porque no he trabajado tanto, estudiado tanto y sacrificado tanto solo para ser la novia de alguien.

Ava asintió, sobre la mesa estiró su mano y pronto Verónica le dio la suya.

—Mira, tiene todo sentido lo que has pensado y lo que sientes, pero al mismo tiempo podría ser esa parte de ti que le gusta autosabotear tus victorias—Verónica pasó saliva—y no sería la primera vez. Cuando te ganaste la beca de la maestría dijiste que te iban a tratar mal porque eras becada. Cuando fuiste la mejor alumna de toda la graduación dijiste que ibas a terminar siendo abucheada y con una lluvia de tomates podridos sobre ti—la castaña solo sonrió—y así, cada cosa increíble que tu mente genial consigue encuentra también esa otra parte no tan genial de tu mente de hacerla menos.

—Pero es que esta vez…

—Pero es que nada Vero. Tú no eres una chica de relaciones furtivas, y se nota que Ashton te quiere y tú a él, te has abierto a muchas más oportunidades a su lado, te cuida, te atiende—Verónica sonrió asintiendo—y es paciente también contigo, ¿quiere que conozcas a sus padres? Y es que mereces conocer a sus padres, ¿es un gran paso? Claro que lo es, pero lo está dando contigo porque siente que tú mereces ese espacio, esa seriedad. Las dos sabemos muy bien la reputación que Ashton tiene en la universidad y la misma ciudad, pero hace siete meses que ese hombre dejó su vida de soltero y entró a una relación que lo hace sentir tan bien y contento, contigo, solo contigo.

—¿Y si no les agrado? ¿a los padres de él?

—¿Por qué no les agradarías? ¿a ver dime que parte de ti sería desagradable?

—No lo sé, no soy tan bonita. La última novia de Ashton era una modelo que hasta había desfilado en Milán—Ava solo volteó los ojos—sí, estaba loca, ya lo sé, pero no deja de ser modelo y yo—se señaló con las manos—no es que sea fea, pero no destacó en ningún lugar, además que esta gente está forrada en dinero Ava, INDERHSA trabaja con la reina—le soltó más alterada—y sé, porque Ashton me dijo, que están por abrir una bienes raíces aquí para luego llevarla a diferentes países del mundo, mi casa apenas tiene dos cuartos y…

—Un enorme terreno de miles de hectáreas—Ava fue firme—Verónica por favor mujer, Ashton no está contigo ni por el dinero, ni por la belleza—la alzada de ceja de su amiga la hizo reír—lo siento, voy a reformular esa idea—suspiró de manera pesada—mira, creo que deberías de dejar de pensar en esas cosas que son tan superficiales e ilógicas. Eres una mujer hermosa de miles de formas incluyendo la física y si tu familia no tiene una empresa valorada en miles de millones, pero es buena, amable y encantadora, todo eso que tú has aprendido muy bien.

Verónica solo pudo asentir, viendo a su amiga.

—¿Tú estás con Ashton por el dinero?

—No claro que no.

—Entonces eso es todo lo que importa. Si tú sabes bien porque estas con él y él te ha dejado más que claro que la relación que quiere la quiere contigo, pues amiga deberías de darle una pastilla de dormir a esa voz tan loca en tu cabeza.

—Pero ¿y si en realidad no les agrado?

—Pues te robas al hijo y ya—Ava parecía segura, Verónica se puso a reír un poco más suelta—al final no es que quieras nada con tus suegros, aunque el papito Harrington ya te dije como está de bueno, pero tú quieres a su versión más joven, musculosa y de sonrisa matadora que te anda humedeciendo las bragas.

Verónica solo se cubrió el rostro, pero entonces recordó lo que pasó en la mañana.

—Hablando de humedecer—miró a Ava de frente—¿adivina que pasó en la mañana?

—¿Te la metió para darte buena suerte?

La carcajada en las dos fue alta y encantadora porque nuevamente el mesero estaba por ahí, a unos pasos esperando que las dos ya se hayan decidido que iban a comer. Al final miraron el menú de forma superficial, se inclinaron por unas ensaladas completas y con pollo a la plancha, pero cuando no hubo moros en la cosa Verónica soltó lo sucedido en la mañana.

Ava escuchaba con completa atención, pero luego se terminó abanicando el rostro con las manos. Pronto Verónica pasaba de la palidez al sonrojo y es que pocas personas, en realidad no más que Ava y su novio, sabían en el mundo que ella había perdido la virginidad con un desconocido en la noche de su graduación, claro que Ashton no conocía todos los detalles que Ava sí.

—Y no sé porque le dije que no lo recordaba, creo que sentí vergüenza—fue suave—pero es que fue tan real Ava, el tono de su voz, la presión de sus manos, sus besos y como se sentía su lengua en…

—Ay por Dios que rico—Ava suspiró de manera pesada acabándose con el agua ante ella—yo te dije que esa primera vez no la ibas a olvidar nunca, de por si siempre hay como un qué sé yo con respecto a perder la virginidad, sobre todo en nosotras las chicas, pero la tuya amiga, tu noche es de libro erótico solo para mayores de 18, creo que deberías de publicar tu librito.

—¿Qué? Estás loca, además no soy escritora, soy arquitecta.

—Sí, sí, pero las dos cosas se te da muy bien y que sabemos, podría ser un éxito rotundo y terminas haciendo películas o una buena serie.

—Sí claro ¿y que todo el mundo sepa como la rarita terminó perdiendo la virginidad con un hombre al que nunca le vio el rostro o le supo el nombre?

—¿Y qué más da? Eso da más sazón—Ava era suelta, solo la hizo voltear los ojos—¿crees que haya sido un profesor?

Siempre que hablaban del tema, que era muy pocas veces por petición de Verónica, Ava se soltaba y hacía todo tipos de preguntas que claramente no tenían respuesta.

—No recuerdo a un profesor así de alto o musculoso—Verónica fue rápida—al menos todos los que me dieron a mi eran panzones y bajitos.

—Quizás de otra facultad, porque yo si tuve un alto y musculoso, pero era gay—volteó los ojos—y el tuyo de gay no tenía nada.

—No, claro que no, era demasiado…—pasó saliva, pero solo pudo cubrir su ya tibio rostro—ay esto está mal, tengo novio y no debería de estar hablando de esto.

—Ah vamos, es pasado, no es como que hayas tenido la oportunidad de reencontrarte con tu desvirgador y te esté invitando a otra noche de pasión.

—Ava.

—¿Te imaginas que sea posible?—ambas suspiraron—¿crees que te lo hayas encontrado en otro momento?

—No lo sé, sabes bien que solo le vi los labios, ojos y una parte de su mejilla, pero todo eso era muy sexy en realidad. El cabello sedoso, el pómulo pronunciado, los ojos claros, aunque aún no estoy segura si eran dorados o verdes.

—Bueno sea el color que sea amiga, te folló con todo, incluyendo sus ojos claros—se burló usando el mismo tono de voz.

Las chicas continuaron conversando de manera animada. La siempre alegre presencia de Ava solía ayudar mucho a Verónica a no solo calmar su ansiedad y miedo a casi todo lo que vivía, también le daba consejos para ser más segura en su vida.

Desde la primera vez que se dieron cuenta las dos estaban pérdidas en un pasillo de la universidad se hicieron amigas. Ava era curvilínea, rubia, de bonitos ojos azules y tenía una relación a distancia con un alemán desde hace varios años, con quien Verónica estaba segura se iba a casar, pero por el momento los dos estaban trabajando en sus sueños personales.

Ava había estudiado diseño de interiores y tenía un empleo muy bueno en una de las sucursales en Inglaterra de la empresa DECORX, pero solía pasar la mayoría del tiempo en el centro de Londres, así que solo los fines de semanas se encontraban para ponerse al día.

En la confianza con su amiga Verónica confesó que esos sueños húmedos y ardientes con el enmascarado de la fiesta llevaban pasando un par de veces por semana en el último mes. Fue entonces cuando las dos se dieron cuenta del posible porque y es que casi se cumplían los dos años desde ese día donde se dio la graduación de ambas.

Aquel día Verónica estaba nerviosa por su discurso, además que se encontraba a nada de ver todo su arduo esfuerzo, sus horas de dedicación y desvelo convirtiéndose en un fruto que tomaría para abrirse paso en el mundo laborar. Su familia, pese a todo, había logrado ir a la ceremonia, pero tan cansados estuvieron del viaje en vehículo que tomaron que pasaron la celebración al día siguiente, pero verónica esa noche quería romper mucho de ese ciclo escolar y aceptó ir a una fiesta de máscaras, donde esperaba encontrarse con Ava y muchos compañeros.

Su madre y hermana le ayudaron a vestirse, Ava fue la que le consiguió el antifaz de última hora, pero al final ella llegó a aquel lugar que era más como una bodega abandonada que un lujoso salón donde los recién graduados se iban a dar la noche de sus vidas y así fue.

Verónica tomó, bailó y disfrutó como nunca. Recuerda que Ava se fue con su novio mucho antes que ella, pero estaba tan cómoda con esos compañeros que no le hablaban tanto, pero la habían invitado a la mesa que habían reservado. Fue en la pista de baile que una copa fría en su espalda la hizo voltear y encontrarse con un hombre alto, fuerte y de gran presencia, porque incluso sin su rostro al descubierto resaltaba sobre los demás.

Una invitación a una copa de champán, un poco de plática cerca de la barra y una mano fuerte tomando la suya fue lo que invitó a Verónica a dar ese paso que era importante para ella, pero quería cumplirlo. Ella no pensaba salir de la universidad sin haber perdido la virginidad y cuando ella se lo susurró al oído el caballero no tuvo problemas en aceptar.

No recuerda bien como es que se movieron hacia un hotel cercano, pero sí que en ningún momento se quitaron las máscaras y eso a ella le gustó en realidad. Aquel fuerte hombre la tomó en sus brazos, y le enseñó en una noche del sexo mucho más que cualquier película porno o clase de educación sexual.

Verónica experimentó su primer orgasmo con él y no fue el único de la noche, no solo perdió la virginidad, también se dio el gusto de conseguir que un hombre que ciertamente era apuesto rabiara por ella, y le soltará con esa voz grave que era una puta delicia estar dentro de ella. En el momento que parpadeó salió de sus ideas y solo asintió ante lo que Ava le decía, que ya no recuerda bien de que era.

Necesitaba controlar sus pensamientos, pero sobre todo dejar de pensar en algo que vivió hace dos años, que ya no tiene sentido seguir recordando porque ahora mismo tiene un novio que se la folla con la misma intensidad, de la misma forma deliciosa y la hace acabar con seguridad en cada encuentro.

Claro que no iba a comparar el sexo con Ashton con el sexo con un extraño, porque ni era posible. Ashton estaba bien dotado, era bueno en lo que hacía y ella lo disfrutaba, claro que lo hacía. Tomó de su té de limón cuando la cruel idea cruzó su mente, pero para no dejarse al descubierto sonrió con debilidad y le pidió a su mente silencio.

No era justo seguir pensando en un hombre que ni conoce, que no va a volver a ver y aun cuando lo haga jamás sabrá que es él.

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