Epílogo.
Cuando el avión aterrizó la joven solo dibujó una tibia sonrisa. Su rostro fue acunado en manos grandes que la hicieron cerrar de inmediato los ojos porque sabía bien que venía un delicado beso y así fue. Su esposo se abrió espacio en su boca de una forma deliciosa que logró que ella solo se colgará de su cuello mientras se perdía en el placer del momento, siendo interrumpido apenas por una aclarada de garganta.
Verónica volteó los ojos viendo la sacada de lengua que Ava le dio cuando pasó cerca de ellos bajando del espacio de primera clase que todos han tomado para hacer ese viaje grupal a la preciosa Toscana. Si bien Verónica, en su trabajo que le llevó casi ocho meses con un poderoso hombre siciliano, terminó quedándose un año en Italia ya conocía la lujosa región, le ha obsequiado el viaje a su socia Ava y a su esposo antes de que llegue el segundo sobrino que todos con ansías esperaban.
Con una tibia sonrisa Verónica miró al espectacular hombre que se puso de pie a su lado, su a