2. Empleo

Elevó su mirada cuando escuchó su nombre, su novio salía de la habitación con una amplia sonrisa mientras acomodaba su casco blanco bajo el brazo. Lucía arrebatador en jeans, botas de seguridad y una camisa de botones en un profundo azul que iba muy bien con su pálida piel y cuerpo muy bien trabajado por los días dedicados al gimnasio.

Dejó de lado la taza y solo sonrió cuando este le dio un beso en la sien, mientras en la cocina se armaba su termo grande de café y tomaba el bolsito donde ella ha empacado un jugo y algunos aperitivos para el día.

—Llévate también la manzana, que solo la sacas a pasear—indicó segura, viendo como este volteó los ojos, pero al final tomó la manzana verde.

—Si señora, lo que usted diga—señaló, cuando estuvo ante ella le elevó el mentón con delicadeza y le plantó un beso—ya sabes, segura, elocuente y más que consciente que ya los tienes en tu mano, que ese empleo es tuyo.

—¿Me llevarás a celebrar después?

—¿Cómo puedes dudarlo?—le dio un nuevo beso—pero será hasta mañana, hoy estaré todo el día en el proyecto y sabes que eso me agota—ella solo asintió suspirando cuando luego de un nuevo beso se separó de ella—vamos a recibir materiales y debo ver cómo va el avance de los pisos, pero haré las reservaciones—cuando empezó a bailar para ella solo se puso a reír—para llevar a mi amor a celebrar su nuevo empleo, en mi empresa, donde estaremos juntos y ella podrá llegar a darme besitos y una que otra chupadita.

—¡Ashton!—se quejó tirándole un trozo de pan que pegó en su pierna haciéndolo reír.

—Es broma mi amor, pero si quieres hacerlo no me molesto—fue seguro.

—Aún no tengo el empleo y tú pasas más tiempo metido en los proyectos que en la oficina—fue segura, poniéndose de pie llevó los trastes sucios hasta el lavabo—y ya vete que llegarás tarde.

—Okay, Okay, solo espérame que creo que olvidé algo…

Dejó el casco y su bolso en el piso, Verónica miró con confusión cuando él avanzó hacía la habitación, pero ágilmente se desvió hacia donde ella, la tomó de la cintura y le plantó un beso profundo que la hizo agarrarse de su cuello y elevarse en sus puntillas para poder disfrutar por completo del mismo.

—Te deseo el mejor de los días—señaló amoroso viéndola a los ojos—lo harás maravillosamente, como mi super Verónica sabe hacerlo—ella solo sonrió—y mañana iremos a un lugar precioso para celebrarte como mereces ¿sí?—Verónica asintió con esos ojos grandes y brillantes clavados en él—recuerda que debes ir de compras, para el fin de semana.

Le dio otro nuevo beso y se separó al fin de ella.

—Lo haré después de la entrevista—indicó, viéndolo de nuevo avanzar hacia la puerta—¿estás seguro que no quieres que le lleve un regalo personal a tu padre?

—Muy seguro, ya llevamos uno de los dos como pareja.

—Pero soy tu novia—él arqueó una ceja—digo, o sea no quiero llegar con las manos vacías a conocer por primera vez a tu familia y es su cumpleaños.

—Mi padre es el hombre más tranquilo y pacífico del mundo, incluso si llegamos sin nada estará más que complacido, porque en primer lugar yo vuelvo a casa y en segundo lugar lo hago con la mujer más hermosa a mi lado—Verónica solo amplió la sonrisa ruborizándose de inmediato—así que no te preocupes por eso. Solo ve a comprarte unos lindos vestidos, ropa interior muy sexy—cuando arqueó la ceja él se puso a reír—mi amor la casa de mis padres tiene más de diez habitaciones, te juro que al menos en nueve de ellas te pondré a gemir.

—¡Vete!—soltó ya envuelta en su risa.

Ashton le tiró un beso y al fin salió del apartamento. Verónica solo suspiró cuando se vio en la soledad de aquel hermoso y espacioso lugar. Si bien ella tenía su apartamento, en realidad lo que tenía era una habitación en un lugar que compartía con otras chicas porque las rentas en Londres en las más elevadas, gustaba sin duda de pasar algunos días en aquel lugar que era solo para dos.

Claro que estaba consciente que aquel apartamento se lo habían obsequiado los padres de Ashton cuando salió de la universidad. Ubicado en la parte occidental de Londres, no solo tenía una vista preciosa, también dos habitaciones, aunque él había modificado una como oficina, y todas las comodidades para vivir bien, incluso con ella ahí.

Llevaba desde el viernes viviendo con él, y es que eso solía pasar. Su relación con Ashton empezó de una manera natural en realidad, ambos están estudiando su maestría en la misma universidad y aunque era con diferentes especialidades compartían varias clases y en un trabajo en grupo les tocó en el mismo y ahí se conocieron.

Aunque Ashton le confesó que ya la había visto y llamado la atención, pero nunca se atrevió a hablarle porque la encontraba muy centrada en los estudios. No le sorprendió en realidad aquello a Verónica, toda su vida se ha centrado en los estudios, en ser la mejor en la escuela y sobre todo mantener las becas que le han permitido ir a los mejores centros de aprendizaje.

La invitación a almorzar para hablar del proyecto que debían hacer juntos, se transformó en una cita de casi todo el día, cenaron juntos y luego fueron al apartamento de él a terminar de trabajar. Se vieron toda esa semana, entre cafeterías y visitas al apartamento hasta que un día Ashton le robó un beso, la invitó a una cita real y desde entonces han pasado siete meses desde que él le pidió de una forma romántica y especial que fuera su novia y ella aceptó.

Mientras se cambiaba para su última entrevista le dio por recordar un poco lo que ha pasado y vivido en el último tiempo. Verónica no era una mujer de noviazgos, en realidad nunca había tenido uno que no fuera con un personaje literario o un actor de película. La seguridad para ser la novia de alguien no había nacido con ella y mucho menos con alguien como Ashton Harrington, el que era conocido como el pimpollo en la universidad.

Si bien desde hace un tiempo ha empezado a trabajar en cambiar su forma de ser y ver el mundo, le sigue resultando peculiar que un hombre como Ashton se haya fijado en ella. No solo era apuesto, también era heredero de uno de los millonarios más reconocidos en Londres y quizás Europa, su familia era prácticamente la que se ha encargado de construir los últimos complejos de viviendas en la mitad de Inglaterra.

Él era ingeniero y ella había estudiado arquitectura, para cuando empezó a salir con él ya su aplicación para trabajar en INDERSHA, la empresa de la familia Harrington había sido enviada, y cuando la llamaron para la primera entrevista ya tenía unos meses de relación con el caballero.

Nunca imaginó que todo se iba a alinear de la mejor manera para ella en un mismo año, pero parecía que así sería. Estaba en una relación que la hacía sentir cómoda, con un hombre que era bueno, romántico y atento con ella. Posiblemente consiga el trabajo de su sueños, en la empresa de sus sueños. Lleva nuevamente las mejores notas en su maestría y ya está por terminar su curso de italiano, así que todo al fin parecía completo y antes de sus veinticinco años, pero ¿Por qué se siente de esa forma?

Parpadeó cuando se dio cuenta que se ha quedado ante el espejo, pero no ha visto nada, dio un paso hacia el mismo clavando bien sus ojos en el reflejo. Encontraba a una mujer bonita, no bellísima como una súper modelo o reina de belleza, pero si bonita. Sigue usando su cabello castaño largo que sigue siendo virgen, y solo le da cierto estilo con los cortes, ahora mismo usa un flequillo que le enmarca muy bien su rostro.

Sus ojos grandes y castaños la miraban de frente, nariz pequeña y labios gruesos, aunque era delgada no consideraba que tenía una mala figura, y su sonrisa sin duda le gustaba, después de todo el trabajo de ortodoncia había hecho muy bien su efecto, ¿había mujeres más hermosas que ella? Estaba más que consciente que sí, ¿Ashton se podría conseguir a una de esas? Sin dudarlo y ahora mismo, pero él la ha escogido, y es porque miró algo especial que conectó con el mismo y ella ha sentido eso, se siente cómoda a su lado, así que no comprendía ni sus sueños, ni sus locas ideas.

Se alejó del espejo y solo tomó la chaqueta en la cama buscando la salida del apartamento. Tenía una llave del lugar así que lo dejó con el seguro y mientras buscaba el ascensor se terminó de vestir. Usaba un traje sastre negro, el de la suerte, que le quedaba muy bien porque fue echo a su medida, un regalo de ella misma para el mundo laborar, una cartera mediana de la que sacó un brillo que se aplicó con el espejo del ascensor.

—Señorita Sallow—la voz masculina la hizo voltear, impidiendo que saliera del edificio.

—¿Sí?—consultó al administrador del edificio.

—El señor Harrington dejó reservado un taxi para usted, la están esperando.

La sonrisa en Verónica fue amplia y luminosa, tanto que el empleado rápidamente dibujó una. Solo pudo asentir dejándose guiar por él hasta el área de estacionamiento privado donde un taxi aguardaba.

Emocionada por esos únicos detalles buscó el celular en su bolso luego de ubicarse en el asiento trasero.

Gracias por el taxi, eres demasiado lindo. Te aviso cuando salga, un beso.

Le dio enviar y solo suspiró cuando salieron al fin del edificio, pronto estuvo la respuesta.

Tú eres aún más linda, ve con todo abejita, que luego yo te meteré todo.

Volteó los ojos a la lluvia de emoji de berenjenas que vino después, pero el tercero fue una lluvia de emoji de besos que la hicieron sonreír con debilidad. Los nervios iban bien ajustados en su panza, sentía incluso la espalda un poco sudada, pero sabía bien que se debía a esa idea de saberse tan cerca de cumplir sus sueños.

Verónica desde que recuerda se ha visto inclinada hacia la arquitectura, cuando era niña solía decir que iba a estudiar para hacerle la casa más linda y enorme a sus padres, claro que en su infantil mente era mejor un tobogán para bajar los veinte pisos que iba a tener, pero, aunque la realidad la ubicó mejor en la funcionalidad de las partes, el sueño sigue siendo el mismo, prepararse y ser la mejor para retribuirle a sus padres todo lo que han hecho por ella.

Nació en una pequeña villa que no tiene más de trescientos habitantes, en Evershot en Dorset, es la segunda de una familia de cinco, tiene un hermano mayor que hizo estudios en Alemania donde conoció a una joven con la que pronto se casará y una hermana menor que la ve como si fuera el mejor ejemplo a seguir.

Desde temprana edad comprendió que las carencias de su familia eran demasiadas, pero se trataba de una familia amorosa, buena y trabajadora. Sus padres le dieron todos los elementos que podían y quizás más, lo que está segura ayudó a que eventualmente consiguiera una de las becas más prestigiosas para estudiar en Londres la carrera de su sueño.

La beca completa significó un cambio completo de vida, de ambiente, y de mente. Tuvo que esforzarse al máximo para mantener sus impecables notas y no por nada terminó siendo la mejor alumna de su facultad y de toda la graduación de ese año, siendo la responsable del discurso para los graduados.

Sus notas le dieron la oportunidad de seguir estudiando y con una nueva beca ha logrado acceder a una maestría, donde conoció a Ashton, si bien aún no tiene un trabajo fijo los que ha conseguido le permiten pagar su parte de la rienda, comprarse las cosas básicas y enviar un poco a sus padres con los que habla cada día sobre todo ahora que la casa está más vacía porque su hermana menor ha iniciado sus estudios universitarios.

Para los padres de los chicos Sallow la educación abría puertas importantes en el mundo, puertas a las que ellos no tuvieron acceso y por eso mismo los incentivaron a ser siempre los mejores. Verónica ha encontrado mucha verdad en esas apalabras, pero al mismo tiempo se ha dado cuenta que el mundo real te exige mucho más que solo estudios y buenas notas, porque en muchos casos un conecte pesa más que un montón de diplomas.

—Listo señorita, que tenga un gran día—le indicó el chófer amable.

—Muchísimas gracias, igual usted.

Bajó ante el precioso edificio de la empresa INDERHSA, elevó su mirada hasta el último piso y después de soltar sus nervios en un suspiro avanzó con seguridad hasta la entrada. Por donde iba saludaba, en la recepción se identificó y solo colgó el gafete en su cuello cuando le entregaron el mismo. Era la tercera vez que estaba en aquel lugar, pero los nervios seguían siendo los mismos.

Ingresó al ascensor y buscó el doceavo piso, pero antes de que las puertas se cerrarán vio al grupo de elegantes caballeros buscar la salida. Sólo abrió grandes ojos cuando se dio cuenta, por el perfil, que uno de ellos era el padre de Ashton, por lo que con rapidez apretó el botón para que las puertas se cerrarán, suspirando en alivio cuando se vio sola en la cabina.

Quizás todos sus sentimientos se debían a eso, que, en unos días, el fin de semana siguiente en realidad, no solo iba a conocer a la familia de Ashton también a quien sería su futuro jefe, si es que todo sale bien. La idea de trabajar con la familia de su novio era un poco atemorizante y ciertamente pensar en lo que podrían decir de ella sus compañeros, si es que todo sale bien, la llenaba con anticipación de dudas e incomodidad.

Y no es que haya planeado un viaje de más de doscientos kilómetros a la ciudad para conquistar al hijo del dueño, hacerlo su novio y trabajar en la empresa, de eso ella estaba más que clara, pero ¿Cómo conviene de lo mismo a los que no?

—Ay no Verónica, no empieces con eso—se regañó así misma—ni siquiera te han dado el empleo y ya estás pensando en lo que va a pasar a futuro, ni siquiera estás segura de lo que pasará mañana—cerró los ojos intentando controlarse—además ¿y si al final ni le caes bien a la familia?—apretó el puente de su nariz un tanto fastidiada con sí misma y solo negó antes de salir cuando el ascensor se detuvo.

No podía en aquel momento estar pensando o mejor dicho sobre pensando en tanto, debía concentrarse, hacer bien la entrevista y dejar, como está aprendiendo, que todo fluya porque después de todo lo ha hecho bien, hasta este día, en ese momento, todo ha salido bien. La vida no puede arruinarse y cambiar tanto de un día para otro ¿o sí?

—Señorita Sallow, buenos días—elevó su mirada ante el caballero, sin dudarlo se acercó a él y le estrechó la mano.

—Buenos días señor Murphy—el solo sonrió.

—Que gusto tenerla de nuevo por acá, por favor, pase, ya la están esperando.

Lo miró con confusión ante el plural, pero de igual manera Verónica avanzó guiada por él. Comprendió que era algo nuevo lo que pasaría porque no se desviaron hacia el pasillo que ya había memorizado, sino que lo hicieron hacia un salón de conferencias donde dos personas más se encontraban.

Los nervios en Verónica le cerraron el estómago cuando fueron presentados. El director junior Constantine O´Kelly y la secretaria ejecutiva Sarah Miller quien le sonrió con debilidad.

—Por favor señorita Sallow, tome asiento.

Asintió ante ellos y se ubicó en una de las elegantes sillas de alto respaldar. Parecía que todos tenía un currículo de la joven, pero el más emocionado sin duda era el señor Charlie Murphy el de recursos humanos quien le ha hecho las previas entrevista. El mismo se encargó de introducir a la chica ante sus compañeros quienes asentían a las cualidades que el caballero señalaba.

—Excelente compañero, sin duda la señorita Sallow parece un elemento perfecto para la empresa—señaló Sarah ante ella—pero me gustaría también escucharla, dígame señorita Sallow, ¿Cuáles creen que son las mejores cualidades que usted puede aportar a INDERSHA?

Y ahí estaba la típica pregunta que lograba que Verónica se mordiera la lengua y pasará saliva. ¿Qué cualidades tiene? ¿Qué puede estudiar por más de diez horas hasta terminar llorando porque siente que no es suficiente? ¿Qué ha sido capaz de mantenerse viva con café y sopas instantáneas por más de una semana para poder rendir en su agitado horario? ¿Qué viajó doscientos kilómetros desde al pequeña villa donde nació hasta Londres por una beca, pero aun la ciudad le aterra?

—Señorita Sallow—miró hacia donde el señor Murphy y sonrió con debilidad, asintiendo.

Su voz se fue moviendo de manera delicada en el salón. Verónica era suave al hablar, y aunque sin duda tenía un currículo escolar impresionante, ella misma parecía serlo, al menos para Constantine que no dejaba de perderse en lo bien que se le ven las tetas en ese par de botones que la delicada blusa llevaba abierta.

A él no le importaba en realidad saber de las características de la chica, está ahí porque Charlie le dijo que estaba buena y no se equivocó, sabe bien que será contratada y que incluso podría ponerla en su grupo si es que el gerente y dueño de la empresa, Preston Harrington, no le da por tomarla antes como ha hecho con todas las chicas guapas que llegan al lugar.

Más de una hora duró aquella entrevista, para cuando salió Verónica llevaba la espalda sudada y el corazón latiendo agitado, pero en cuanto las puertas del ascensor se cerraron empezó a celebrar. Bailó, soltó chillidos y solo agradeció a Dios porque al final de cuenta lo había conseguido, el empleo era suyo.

Sin dudarlo y a la salida buscó su celular para llamar a su novio.

—¡Lo conseguí!—chilló entusiasmada en cuanto respondió.

—Oh mi amor, lo sabía, lo sabía, lo sabía—señaló Ashton separándose de su propia reunión—mi abejita conquistadora, muchas felicidades preciosa mía, ¿acabas de salir?

—Si, si justo ahora—soltó un pesado suspiro—¿te interrumpí?

—No, no, no te preocupes—él fue rápido—mi padre está por acá, pero no es nada urgente, ¿siempre con Murphy?

Verónica le explicó todo lo que pasó, Ashton escuchaba y hacía preguntas sobre la entrevista, la felicitó de nuevo y solo le tiró un sonoro beso.

—Invítate a algo lindo, que yo pago—indicó seguro, pero ella frunció el ceño.

—¿Cómo?

—Ahora mismo te hago una transferencia, ve a buscarte una ropa bonita para el fin de semana y almuerzas en tu lugar favorito, te lo mereces guapa, te mando un beso.

—Igual yo, no salgas tarde para que me des todo tu amor.

La risa del chico la contagió, pero luego de un sonoro beso el colgó la llamada. Suspiró de forma pesada cuando se encontró con la mirada de su padre quien lo observaba con atención.

—El trabajo no es para tener llamadas románticas Ashton—señaló seguro ante él.

—Oh vamos, no seas tan pesado, era mi novia y ha conseguido un gran empleo—este se alzó de hombros—estaba hablando con ella, ya pronto la vas a conocer y te vas a morder la lengua por estos reclamos, sin duda la amarás.

—Con que tú lo hagas basta y sobra, pero sabes bien que no me gusta la tertulia en el trabajo.

—Okay, Okay, ya vuelvo señor—se burló ante él, pero solo así su padre logró dibujar una tibia sonrisa.

Preston Harrington nunca había visto a su hijo de aquella manera, siempre lo consideró un picaflor y no ha tenido una relación que duré más de dos semanas, pero era más que claro que con esta joven era diferente y ciertamente él ya estaba más que ansioso por saber cómo lucía la chica que ha conseguido que su primogénito no solo siente cabeza, también parezca enamorado.

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