La novia contratada del Magnate
La novia contratada del Magnate
Por: Ellie
La boda

ntonces ahí estaba ella, de frente a lo que parecía ser un destino inevitable.

Desde muy joven está acostumbrada a que las cosas vayan mal en su vida, pero nunca había llegado hasta este extremo.

Las enormes puertas de roble de la iglesia se abrieron de golpe, no con la lentitud esperada, sino con un estruendo que hizo vibrar los vitrales.

— ¡Detengan esta boda! — La voz salió firme y clara, dejó a todos los asistentes confundidos.

La mujer que estaba en altar en ese momento a punto de ser entregada en matrimonio ve a la mujer furiosa que se atreve a interrumpir, el novio, a un lado lado, se quedó tieso haciendo su mejor cara de confusión. Arturo parecía casi tan perdido como ella, con la boca abierta.

— ¡Tú! — gritó la mujer de ropa barata y cabello teñido de negro, avanzando con zancadas. — ¡Perra interesada! ¡Crees que puedes arrebatar lo que no te pertenece!

Sus ojos se fijaron directamente en Juan, su adorado amante que solo estaba de pie como un inútil con raíces  debajo de los pies que lo mantienen sujeto en el suelo.

— Daniela, ¿Qué estás haciendo aquí?

— ¿Quién es esta entrometida, mi amor? — Le pregunta la novia con un tono dulce de voz. — ¿Cómo se atreve a interrumpir en nuestro día tan especial?

Antes de que pudiera soltar más veneno, la entrometida acortó la distancia con pasos decididos, el sonido de la bofetada que esa perra se atrevió a darme resonó entre las apredes de la iglesia. La novia giró el rostro innecesariamente brusco y el velo cayó al suelo.

— ¡Ana! ¿Estás bien? —Le preguntó su prometido, Miguel. — Daniela, esto es demasiado incluso para tí.

 — Esto es para que aprendas a conocer tu lugar. La próxima vez piénsalo dos veces antes de meterte con los novios de otras personas. — Responde Daniela — Alejandro y yo éramos muy felices hasta que tú llegaste.

Por un momento incluso olvidó el nombre de ese canalla.

— ¿Qué es lo que tratas de hacer poniendo una expresión como esa? ¿Matarme de miedo? — Se burla Daniela con aires de soberbia.— Y todos aqui son personas muy importantes para mí, no permitiré que engañes a todos con tu apariencia de mosca muerta; tú solamente quieres el dinero de Alejandro ¡Y solamente te embarazaste de él para amarrarlo y luego fingiste perderlo para ganar la compasión de todos!

— ¡Eso no es verdad! ¡Alejandro y yo nos amamos con locura! ¡Él es el único en mi vida y sabe que yo jamás haría algo como eso! ¡Tú eres la entrometida aquí!

— ¿Por qué no dejas de actuar como una niña inmadura y le preguntas a él directamente qué somos? Todas las noches en que tú creías que él se iba al trabajo porque surgió una emergencia... Bueno déjame decirte que la única que trabajó fue mi cama toda la noche tratando de soportar las sacudidas.

— ¡¿Es eso cierto, Alejandro?! ¡¿Te atreviste a darte un baño de pueblo con esta fea?! — Le grita Ana, reclamándole.

Y entonces la verdadera pelea entre Ana y Daniea comenzó.

— ¡Eres una zorra! ¡Suéltame!

— ¿No te sabes otro insulto? ¡Suéltame tú primero!

De alguna forma ambas terminaron agarradas del cabello de la otra, hasta que las separaron unos uniformados que tardaron demasiado en llegar.

— ¡Es mío... ALEJANDRO es mio! — Gritó Ana—¡Me ama más de lo que te amó a tí!

En cuestión de segundos, Alejandro, el novio, que hasta ahora había estado petrificado, se abrió paso torpemente entre la trifulca y se acercó a su luz de luna blanca.

Que no era la que estaba evstida de novia y a punto de casarse con él.

— Alejandro ¿Qué estás haciendo? — Ana, casi desmelenada, con el labio partido y el vestido arrugado lo vió ayudando a esa mujer, ofreciéndole una mano para levantarla.

— ¡Daniela, mi amor! — exclamó Alejandro. — Mi dulce Daniela. No sabes cuánto lo siento. Esta mujer, ¡está loca! Enferma. Me obligó a casarme con ella por despecho, ¡sabiendo que mi verdadero amor siempre fuiste tú!

— ¿Qué diablos estás haciendo, Alejandro? Estamos frente a nuestros amigos..., nuestra familia... ¡Frente a mis padres! —, preguntó.— ¡Dijiste que la habías dejado por mí y que no había nadie más en tu corazón que yo! ¡¿Entonces qué diablos significa esto?!

Alejandro la mira con desprecio, ¡Incluso la aparta con un manotazo para rodear a Daniela y resguardarla!

— Así es como son las cosas, te dije cientos de veces que me dejaras en paz pero la obsesión que sientes hacia mí es enfermiza, ¿Mandarme mensajes comprometedores en la madrugada? ¡Estás loca!  Yo ya te lo dije: Daniela es mi único y verdadero amor... En cambio tú... Tú solo eres una humilde hija de la criada.

Ana aun de pie en el altar como la abandonada novia siente un nudo inexplicable en el estómago, se mantuvo erguida con una expresión lastimera mientras Daniela se aferraba a Alejandro.

— Lo siento, siempre supe que solo andabas tras mi fortuna, pero nunca pude amarte. Siempre fue Daniela.

¿Fortuna? ¿Las tierras endeudadas que su abuela les heredó? ¿O tal vez los negocios eran los negocios en quiebra?

Como sea.

Él Levantó su mano, y con un gesto sorprendentemente brusco, le quitó  a Ana el anillo de matrimonio del dedo anular.

Luego se arrodilló frente a Daniela, con el mismo anillo nupcial extendido. — Daniela ¿quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi esposa de verdad?

—¡Sí, sí, un millón de veces sí!

Alejandro deslizó el anillo en el dedo de Daniela, quien de inmediato lo levantó, girando la mano para que el brillante diamante atrapara la luz. Daniela se lo mostró con una expresión de pura burla, como si le restregara su victoria en la cara.

''Yo gané, es mío'' Transmitió con la mirada.

Entonces, ignorando por completo al público mudo y conmocionado, Alejandro y Daniela comenzaron a besarse. Un beso largo, exagerado.

La humillación pública era una cosa, ¿pero esta demostración barata de afecto? Era demasiado. Necesitaba parar. Tenía que volver a tomar las riendas de la situación

Afortunadamente Alejandro se dió cuenta de lo que estaba haciendo y por su propia cuenta volvió a hablar:

— Por favor, Ana. Vete. No te humilles más por un amor que nunca fue tuyo. Porque el amor verdadero no se puede forzar de esta manera, el amor que te consume y te hace renacer, ese amor solo lo siento por mi Daniela. Es una llama que nunca se apaga, un destino sellado por los dioses mismos, una sinfonía eterna...

— Pfff.

Ella Aclaró su garganta bajo la mirada amenazadora de Alejandro, no pudo evitar reírse por haber escuchado la excusa más patética de todo el mundo.

La novia, Ana, sale del salón derrotada, exhala un suspiro cuando las puertas se cierran detrás de sí y el bullicio y las conmociones se hacen a un lado. Entonces el teléfono suena con una notificación.

''Notificación: Pago 000 Recibido''

— Felicidades, par de idiotas. Que bueno que al final la basura siempre se junta.

¿Tristeza? Qué diablos, en mi cara no había ninguna otra expresión que no fuera genuina felicidad. Fue una actuación magistral, como siempre. Cada mentira, cada segundo de la farsa se había vendido perfectamente.

Porque yo a eso me dedico: me gano la vida usando a mi favor la soledad y la desesperación de otros.

¿Mi especialidad? Ser una novia falsa a sueldo, una actriz camaleónica capaz de adaptarse a cualquier papel que se me diera, y esta boda falsa no había sido la escepción. Ana simplemente fue un personaje creado por un desesperado para darle celos a la novia que lo abandonó.

''Ha reicbido un nuevo mensaje''

*Abrir*

''De: Bastardo infiel''

''¡Excelente trabajo!, ¿Qué tal si salimos una noche de verdad?''

— Ni lo sueñes, hijo de puta.

*Bloquear*

Había clientes para todo: hombres que necesitaban una pareja presentable para eventos familiares, mujeres que querían dar celos a un ex, e incluso familias que buscaban una "novia" para un hijo problemático y así, quizás, enderezarlo. Yo no me dedico a juzgar; solo cobraba. Y cobraba bien. Cada lágrima derramada, cada declaración de amor simulada, cada bofetada o empujón calculado eran parte de un guion meticulosamente planeado para el que siempre había una tarifa.

Así he estado viviendo mi vida los últimos años, sin problemas ni preocupaciones. Todo debía seguir así, todo TENÍA que haber seguido así. Pero, cuando el coche negro se aparcó frente a mí y me vió ser lamentable en un vestido de novia, el hombre al volante solo se burló como siempre y me abrió la puerta del pasajero trasero.

— ¿Ya terminaste de dar show? Súbete entonces.

Tal vez debí haberme ido directamente a casa esa noche, porque lo que sucedió después dio inicio a lo que sería el cambio más grande en mi vida.

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