POV : Aslin ventura
Carttal y yo regresamos a la mansión con el corazón en un puño. No habíamos podido encontrar a Verónica ni a mis hijos. El silencio del camino de vuelta me pesaba más que cualquier palabra, porque sabía que él me culpaba… y lo peor es que, en el fondo, yo también lo hacía. Sí, todo era mi culpa. Pero no porque hubiera hecho algo malo, sino porque lo único que quise fue que los niños se divirtieran un rato… y ahora estaban perdidos.
Apenas puse un pie en el vestíbulo, vi a Cinthia bajar las escaleras a toda prisa. Algo en su forma de mirarme me encendió por dentro. No pensé, no dudé… caminé hacia ella con paso firme, y antes de que pudiera abrir la boca, mi mano se estrelló contra su mejilla con toda la rabia que me hervía en la sangre.
—¿Dónde están mis hijos? —grité, sujetándola del cabello para obligarla a mirarme—. ¡Respóndeme! ¡Dime dónde están! ¡Tú eres la culpable! ¡Tú tienes que ver con esto!
Sentía mi respiración agitada, el corazón golpeándome en el pecho