POV : Tercera persona
Las balas seguían silbando en el aire mientras el caos envolvía el lugar como un huracán. Los hombres de Alexander gritaban órdenes desesperadas, pero estaban siendo superados. Los de Carttal se movían con precisión, como una máquina bien aceitada. Cada disparo era certero. Cada paso, calculado.
Carttal no se detuvo ni un segundo. Su mirada estaba fija en el objetivo: Aslin. El mundo podía estar desmoronándose a su alrededor, pero nada importaba si no la tenía a salvo. Verla gritar su nombre, verla resistirse a los brazos de Alexander, había sido suficiente para encender una furia que lo quemaba por dentro.
Uno a uno, los hombres de Alexander fueron cayendo. Algunos heridos, otros muertos. Las llantas de los autos giraban sin control, el pavimento estaba lleno de casquillos, sangre y cristales rotos. El infierno había descendido en ese rincón del mundo. Pero en medio de todo, él seguía avanzando. Imparable. Letal.
Alexander, sangrando por el hombro, se apoyó con