POV: Aslin Ventura
El motor rugía con fuerza mientras el auto donde me llevaban tomaba una curva cerrada. El cinturón me apretaba el pecho, y yo apenas podía respirar. Afuera, el sonido de los neumáticos rozando el pavimento era ensordecedor.
Pero lo peor no era eso.
Eran los disparos.
—¡Están armados! ¡Dispárenles! —gritó uno de los hombres de Alexander.
El estallido de los balazos me hizo cubrirme la cabeza con las manos. Cerré los ojos, grité sin darme cuenta. Sentí el auto sacudirse cuando una bala impactó contra la parte trasera.
—¡Nos están alcanzando! —gritó el conductor.
—¡Acelera! ¡No dejes que se acerquen!
Yo solo podía rezar en silencio. Cada segundo parecía una eternidad.
Pero cuando abrí los ojos, algo dentro de mí cambió.
Porque vi cómo los autos de Carttal se mantenían cerca. No se detenían. No retrocedían. Los vi esquivar las balas, adelantar por los costados. Sus movimientos eran rápidos, certeros.
Eran distintos. Eran mejores.
—Vamos… —susurré con la voz temblorosa—.