Mundo ficciónIniciar sesiónLorenzo Vellardi
El pasillo huele a antiséptico, pero, parado allí al lado de ella, todo lo que siento es el suave perfume que escapa de los pelos esparcidos por la almohada. El monitor cardíaco marca un compás que aprendí a seguir como si fuera una canción y tal vez por eso mis dedos temblaban cuando sostenía el celular.
Escribo el mensaje con cuidado, avisando que ya me voy y que solo necesito avisar a la enfermera. Guardo el aparato en mi bolsillo, agarro la cubierta hasta su pecho, deslizo la mano para apartar un mechón rebelde de su frente, un gesto simple, pero que aprendí a amar como quien aprende música. Entonces me inclino y la beso una vez más, susurrando:
— Vuelvo en dos minutos, mi amor. – Prometo, sintiendo cada







