Mundo ficciónIniciar sesiónEl día empezó con la claridad limpia de un miércoles que no promete sorpresas. Marcus ya había tomado café cuando la luz apenas tocaba los edificios; había pasado diez minutos acomodando una gráfica que no necesitaba acomodar y otros cinco mirando un correo de William que estaba perfectamente claro la primera vez. En el reflejo oscuro del ventanal, la ciudad despertaba con puntitos blancos que se iban encendiendo, y él mismo se vio afeitado, correcto, sin rastro del sueño de la noche anterior. O al menos, eso intentaba creer.
Melissa irrumpió en la cocina con el cabello en una tormenta amable y la muñeca vendada en alto como trofeo. Laila llegó tres minutos después con su “buenos días” que no es saludo sino llave, y trajo consigo el olor tenue de la calle mojada. La rutina fue perfecta y humana: fr







