BIANCA
El viaje es silencioso. Demasiado silencioso.
No sé qué me pesa más: la tensión en el ambiente o el hecho de haber visto a Kevin después de tres semanas. Fue como un golpe directo al estómago. Su mirada… esa esperanza absurda, como si yo hubiera estado esperando volver con él. Ni en sueños lo haría. Después de cómo me engañó —y no una vez, sino muchas—, después de sus manipulaciones y de cómo siempre terminaba convenciéndome de que yo era la del problema… y no él.
—¿Quién era ese hombre? —pregunta Adrián de pronto, rompiendo el silencio.
Me muerdo el labio inferior. No esperaba que preguntara. No esperaba que le importara.
—Un viejo conocido del cual no quiero hablar —respondo, intentando que mi tono suene firme, aunque por dentro me tiemble un poco la voz.
Él asiente con seriedad, sin presionar más. Desliza los dedos por la pantalla del vehículo y la música llena el interior, suave pero suficiente para distraer.
Suspiro aliviada. Me da vergüenza hablar de Kevin, de lo que me h