Me siento tan feliz esta mañana, mientras el aire cálido acaricia mi rostro cuando caminaba por el jardín de la casa.
El cielo despejado parecía prometedor, y mi mente, que generalmente estaba llena de dudas, se sentía sorprendentemente tranquila. Después de todo lo que había sucedido en las últimas semanas, me permití disfrutar de la calma que, de alguna manera, había llegado. Mi corazón palpita, no solo por las emociones que estaba viviendo, sino por todo lo que estaba por venir. Benjamín era tan dulce y atento con mi hijo y conmigo.
Ben (como le empecé a llamar de forma más íntima)y yo habíamos compartido muchos y pequeños momentos juntos, y aunque el comienzo de nuestra relación había sido incierta, con algunos miedos, con muchas cicatrices físicas y emocionales y algo extraño, ambos habíamos cambiado. La conexión que teníamos se sentía genuina, como si el destino hubiera trazado nuestro camino sin que lo supiéramos. La confusión, el dolor, la traición y el abuso que alguna vez se