Días después, en la fábrica maderera, la rutina parecía seguir su curso, pero algo había cambiado en mi interior.
Las primeras horas del día pasaron sin novedad, el ruido de las sierras y el ajetreo del lugar eran los mismos de siempre. Sin embargo, había una pequeña chispa de nerviosismo que no podía apagar.
Algo había cambiado entre Ben y yo, y aunque intentaba mantener la normalidad en mi comportamiento, mi mente no dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido.
Mi amiga Lisa, que había notado mi comportamiento últimamente, me observaba con más atención que de costumbre. Sabía que algo había cambiado, y aunque no decía nada, su mirada lo decía todo. Desde que llegamos juntas a la fábrica esa mañana, pude notar su curiosidad al ver cómo me comportaba. A veces me preguntaba si mis intentos por ocultarlo realmente eran efectivos.
Al principio, Lisa solo se limitaba a hacer comentarios sobre el trabajo, pero no podía evitar que me diera cuenta de cómo sus ojos se detenían por un segu