Winnie lo ayudó a levantarse del suelo con cuidado, sus brazos rodeando el torso de Benjamín mientras lo guiaba hacia la cama.
Aunque todavía se tambaleaba un poco, logró sentarse al borde del colchón. Ella se inclinó para recoger los pantalones cortos y la camiseta que él había intentado ponerse antes.
Sin embargo, cuando volvió a mirarlo para ayudarlo, notó algo que la hizo detenerse. El bulto evidente en su ropa interior era imposible de ignorar. Winnie sintió el calor subir a su rostro, sus mejillas encendiéndose con un sonrojo profundo.
Benjamín, a pesar de estar débil, notó su reacción. Bajó la mirada, dándose cuenta de su estado, y se pasó una mano por el cabello, mientras se cubre con una mano, claramente avergonzado.
— Lo siento — murmuró con la voz ronca, desviando los ojos hacia el suelo. — Es… es la fiebre, no sé…
Winnie no dijo nada, pero sacudió la cabeza ligeramente, tratando de tranquilizarlo.
— No te preocupes por eso, Ben...es algo natural— dijo, su voz suave pero fi