El camino hacia los riscos era empinado y traicionero. La neblina los envolvía, y el viento cortante hacía que cada paso se sintiera como una batalla. Winnie apenas podía pensar con claridad, pero el llanto lejano de Emma resonaba en su mente, dándole fuerzas para seguir adelante.
De repente, Harold se detuvo y señaló unas huellas en el suelo húmedo.
—Miren esto. Son recientes, deben ser ellas.
—Si. Es ella —dijo James, apretando los dientes.
El grupo aceleró el paso, ignorando el agotamiento. Las ramas crujían bajo sus pies, y el sonido del viento aumentaba a medida que se acercaban a los riscos. Winnie se aferraba a Benjamín, sintiendo que si lo soltaba podría derrumbarse en cualquier momento.
Finalmente, después de lo que parecieron horas, divisaron una pequeña cabaña al borde del risco. Una tenue luz parpadeaba en el interior, y el silencio que la rodeaba era casi ensordecedor.
—Está ahí —susurra James, señalando al resto para que rodearan el lugar.
Winnie dio un paso al frente, p