Julia, viendo que él no se movía, reunió valor y se inclinó para besar sus labios.
Sus labios se encontraron.
Andrés se estremeció, sus pupilas se dilataron, y él la sujetó por la cintura delicada.
Julia se sintió sin aliento por el beso.
Se sentía un poco asustada, pero no se atrevía a apartarlo de inmediato. Colocó sus manos frente a él, agarrando su bata.
Estaba nerviosa.
Andrés notó su pequeño gesto, su gran mano agarró la parte posterior de su cabeza, y la besó aún más apasionadamente.
Julia no pudo resistirse.
El beso era demasiado ardiente.
Julia se ruborizó y le dijo en voz baja:
—Andrés, ya es suficiente...
Pero Andrés no la soltó en absoluto. Sus ojos destellaban, desprendiendo sus manos inquietas, volvió a sellar sus labios, mordiéndolos con deseo.
La mente de Julia estaba en blanco.
¿No dijo él que solo iban a probar?
¿Cómo terminaron besándose de nuevo?
Estaba tan avergonzada que lo empujó con fuerza.
—¡Basta!
Después de ser apartado, Andrés no insistió. Estaba herido y