— Soy tu amiga, no me pensabas decir que te casarías. – Vuelve a ignorar mis protestas.
— No me casare. – Digo irritada.
— Aún... – Dice Ares. Lo fulmino con la mirada. Voy hasta Lina dandole leves empujones para que salga.
— ¡Oye! Cuando me llames no vendré. – hace rabieta, y ruedo los ojos.
— Lina...
— Ya, ya me voy. Pero luego me contarás todo. – Dice, y sale riendo como demente.
— ¿Entonces...? – Me pregunta Ares.
— Claro que sí. – Respondo mirándolo.
— ¿Te e dicho lo hermosa que eres?
— Hoy, no... – Digo riendo, cuando me alza y cuesta sobre mí escritorio.
— Eres la mujer más hermosa, que e visto en mi vida... Y eres mía.
— ¿Tu ya? – Pregunto con picardía, sintiendo como sus manos acarician mis descubiertos muslos.
— Sí, eres mía. Así como yo, soy tuyo... – Nos miramos fijamente y de pronto, la tensión entre ambos, se siente tan bien.
— Me gustas tanto, que a veces me da algo de pánico, pues nunca fui posesivo, pero contigo... Siento que no deseo que nadie voltee, siquiera a mira