Mundo ficciónIniciar sesiónEl sol se hundió, tiñendo las torres de obsidiana de la Fortaleza de un color púrpura rojizo. Un color demasiado similar al fuego que aún sentía crepitar bajo mi piel. Había pasado la tarde en mi oficina, encerrado, lidiando con el motín silencioso del Consejo. Cada informe de los Betas leales—cada duda, cada pregunta sobre si la "Compasión" era una trampa para debilitarnos—resonaba con la tensión mágica en mi interior.
El Fuego Blanco que Anya y yo unificamos en el Corazón del Árbol era la verdad absoluta, pero no era un poder tranquilo. Era una fusión volátil. La disciplina que había sido







