Mundo ficciónIniciar sesiónEl aire que nos golpeó al descender era una bofetada helada y seca, con un regusto a metal viejo y desesperación. La escalera de caracol se hundía en la oscuridad, un pozo sin fin tallado en piedra negra que parecía absorber la poca luz de nuestra linterna de éter. Era la misma piedra que cubría el exterior de la Fortaleza, pero aquí, en las entrañas de la tierra, se sentía viva y resentida.
El Draconis no confía en esto, Anya. Mi linaje nunca tuvo que esconder nada. Este lugar está mal. La voz de Kael, aunque un pensamiento mental, era un trueno sordo que resonaba en mi cabeza. Sentí su miedo, no el miedo cobarde, sino la profunda aprensión del depredador que es consciente de estar entrando en una trampa diseñada por una inteligencia







