Emma
La puerta se abrió y Amanda entró en la habitación, su presencia me sobresaltó. Se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme el cabello con dulzura, mientras me decía -Te dije ayer que descansaras.-
Yo me erguí en la cama, aún con los ojos hinchados por las lágrimas y el cansancio. -No pude hacerlo. ¿Qué va a pasar conmigo?- Pregunté, con voz temblorosa.
Amanda me miró con compasión y respondió: -Primero, irás a mi casa. Allí comerás algo y tomarás una ducha. Después, hablaremos sobre tu futuro.-
Al salir de la casa de la gran manada, alcé mi mirada al cielo y cerré los ojos, permitiendo que la suave brisa acariciara mi rostro y me envolviera en un momento de serenidad.
Amanda tomó mi mano con una calidez reconfortante y, mientras caminábamos, vi a lo lejos a Alexander y otras personas que me observaban con una mezcla de curiosidad y hostilidad. Agaché la cabeza, evitando su mirada, y seguí a Amanda, agradecida de que su casa estuviera cerca y de que no tuviéramos que cruzarnos con nadie más en el camino, lo que me habría hecho sentir aún más incómoda.
Al llegar a su casa, Amanda me proporcionó una muda de ropa limpia y me indicó dónde estaba el baño, para que pudiera ducharme tranquilamente. Disfruté de una ducha prolongada y, al sentirme lista, me vestí y regresé a la cocina.
Amanda me esperaba con galletas y una taza de té humeante sobre la mesa. Me sonrió con dulzura y, con voz suave, me pidió que tomara asiento. Durante un rato, conversamos de cosas sin importancia mientras el té se enfriaba lentamente entre mis manos. Fue entonces, cuando la taza ya iba por la mitad, que con cautela, me preguntó si podía contarle todo lo que había sucedido.
Me tomó mucho tiempo. Por momentos, el llanto me ahogaba y debía hacer largas pausas en las que el silencio llenaba la habitación. Sin embargo, no fue un silencio incómodo. Al contrario, fueron como pausas necesarias, cálidos respiros que me animaban a seguir hablando. Relatar lo sucedido con tanto detalle fue doloroso, profundamente difícil… pero, al mismo tiempo, extrañamente liberador.
Era consciente que para cualquier otra persona habría sido desesperante soportar tanto llanto, tantas pausas prolongadas entre palabras. Cualquiera se habría impacientado, incluso irritado. Pero Amanda no. Ella fue paciente. Me escuchó sin interrumpir, atenta, con una mirada cargada de compasión.
No sé cuánto tiempo pasó. Pero, a través de la ventana pude ver cómo el sol comenzaba a ocultarse. Cuando por fin terminé de hablar, justo al mencionar el encuentro que había tenido el día anterior con Alexander, Amanda extendió sus manos y tomó las mías. Fue un gesto cálido, tan sutil y tierno, que pareció desvanecer por un instante el peso asfixiante de todo lo vivido.
Me aferré a ella con fuerza, y aunque el miedo hacía que me temblara la voz, por fin logré preguntar: -¿Dónde está el Alfa Alejandro?-
Amanda, comprendiendo mi temor, me explicó cómo el Alfa Alejandro, tras la muerte de Luna Misere, sucumbió a una furia descontrolada. En su ira, ordenó la ejecución de mis padres y de los guerreros encargados de la protección de su compañera, además de desatar la extinción de la manada Luna Menguante.
Me reveló que todos estaban convencidos de que había muerto junto a mis padres. Solo el alfa Alejandro y un grupo selecto de sus guardias más leales conocían la verdad sobre mi encierro. Concluyó su relato explicando cómo la locura lo había consumido al alfa hasta el día de su muerte.
Luego, me explicó cómo sería mi vida de ahora en adelante. Me propuso mudarse conmigo a la choza que me habían asignado, para que no tuviera que estar sola. A pesar de su insistencia, me negué rotundamente. No podía permitir que, a su edad, abandonara la comodidad de su cálido hogar para vivir en un lugar tan humilde. Aunque le costó aceptarlo, al final respetó mi decisión
A la mañana siguiente, Amanda preparó un bolso con ropa, ungüentos y comida. Poco después, nos dirigimos a la choza, el lugar que ahora sería mi nuevo hogar.
…
Con el paso del tiempo, los distintos estados del clima se desvanecían como si fueran arrastrados por la corriente, y en un abrir y cerrar de ojos, ya había pasado un año desde que me instalé en la choza. Era un espacio austero, casi como una celda, aunque contaba con una mesa, dos sillas, una cama y un pequeño baño equipado únicamente con un inodoro.
Amanda no se mudó conmigo, pero cada mañana llegaba antes del alba para despertarme, compartir el desayuno y, de vez en cuando, traerme ropa y libros.
Esos breves momentos juntas son un verdadero tesoro para mí. Ella es la única que me demuestra amabilidad en este entorno tan hostil. Mientras la mayoría de los omegas me ignoran por completo. Los guerreros hacen todo lo contrario, me desprecian, me culpan por todo lo sucedido y no dejan pasar una sola oportunidad para insultarme y humillarme.
A pesar de todo, me esfuerzo por concentrarme únicamente en mi trabajo. Cuando sé que un guerrero está cerca, mi primera reacción es esconderme, esperando no cruzarme con su mirada. Es una estrategia simple, pero necesaria. Evitarlos se ha convertido en una forma de supervivencia.
Hoy, mi trabajo consiste en lavar las opulentas cortinas de terciopelo y las sábanas blancas de algodón de la casa de la gran manada, así que me dirijo al río. Allí, siempre encuentro a tres chicas trabajando en la orilla, una morena y dos rubias, probablemente parte de algún grupo. Aunque no me dirigen la palabra, me entero de detalles interesantes que pasan en la manada, al escuchar sus conversaciones.
-¿Te enteraste de que Luciana encontró a su compañero?- Pregunta una de las rubias, con un tono de voz lleno de emoción y curiosidad.
-Sí, pero él la rechazó.- Responde la otra rubia, con un suspiro y una expresión de tristeza. -Es un guerrero y ya tenía una pareja elegida. Me parece cruel que la haya rechazado así.-
-Es increíble que rechace a su compañera predestinada.- Dice la morena, con una expresión pensativa -Ahora debe estar sufriendo las consecuencias de su decisión. El vínculo entre ellos sigue existiendo, pero él lo ignoró y eligió a otra. Seguro que se arrepiente de su elección, pero es demasiado tarde para cambiar el pasado.-
-Mi madre una vez me dijo que es posible que el vínculo de compañeros se rompa.- Comenté, sin darme cuenta de que he hablado en voz alta. Me sonrojo ligeramente y me pongo nerviosa al darme cuenta de mi error.
La morena se vuelve hacia mí con una mirada sorprendida y curiosa. -¿De verdad? ¿Tu madre te dijo eso?- Me mira con una mezcla de interés y compasión, como si estuviera tratando de entenderme.
La rubia que habló primero, asiente con la cabeza, como si estuviera recordando algo. -Sí, mi madre también me habló de eso. Dijo que era un vínculo muy fuerte, pero que hay casos en los que se ha roto.-
La líder de su grupo se acercó con una expresión exaltada y autoritaria, agita sus brazos y les grita a las chicas: -¡Basta de chismes! ¡Vuelvan al trabajo de inmediato! ¡Quiero irme al mediodía y no tengo todo el día para esperar a que ustedes terminen!- Su tono es intimidante, pero hay algo en su expresión que me hace encontrar gracioso el momento. Sin poder evitarlo, suelto una sonrisa silenciosa.
Después de que las chicas se marcharan, el canto de los pájaros fue el único sonido que rompió el silencio. A medida que la noche caía, los grillos se unieron al coro, creando una melodía nocturna.
Esta parte del río era un lugar solitario, especialmente después de la puesta de sol, cuando las sombras envolvían el paisaje. Sin embargo, me sentía atraída por este lugar, donde podía encontrar algo de paz.
Al terminar mi trabajo, me quité el vestido y lo acomodé cuidadosamente junto a mis zapatillas, antes de sumergirme en el agua fresca y cristalina.
El río me envolvía en su tranquilidad, y mientras observaba la luna en el cielo, comencé a pensar en un plan de fuga. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por una voz ronca y profunda que resonó en la noche.
- ¿Qué estás haciendo?- Preguntó Alexander, sorprendiéndome.
Oh diosa ¿Qué carajos hace el alfa en este lugar?
Alexander Cada mes, encuentro un informe sobre Emma en mi escritorio. La anciana Amanda se negaba a hacerlo, así que tuve que recordarle quién dirige esta manada y amenazarla con encerrar a Emma nuevamente si no recibía un informe detallado de ella cada mes. Resulta sorprendente que su loba, aún no haya despertado, quizás la diosa tiene sus propios planes y castigos por la irresponsabilidad que costó vidas valiosas en aquel ataque. Briana me reveló que, en aquel fatídico día del ataque, encontró a Emma en medio del caos y que a pesar del riesgo que corría, estaba empeñada en buscar a sus padres. Sus intentos por detenerla fueron en vano, Emma se negó a escuchar a Briana, ignorando sus advertencias y adentrándose impulsivamente en la pelea. Una niña tonta, sin lobo, ¿qué podía hacer entre guerreros?¿Acaso no pensó en el riesgo que corría? Un golpe en la puerta interrumpe mis pensamientos, guardo el informe de Emma en el cajón de mi escritorio. Es Marcos, puedo reconocer su olor.
Emma Después de la partida de Alex, mis piernas flaquearon y caí al suelo, exhausta. El olor a tierra húmeda y hojas secas llenaba mis pulmones mientras intentaba recuperar el aliento. Con esfuerzo, logré levantarme un poco, me vestí rápidamente y partí hacia la choza, con la sensación de que esa noche sería interminable. El sonido de los grillos y el crujir de las ramas bajo mis pies eran los únicos sonidos que acompañaban mi caminata. Al llegar a la choza, me dejé caer en la cama, intentando procesar todo lo que había sucedido. Pero no pude descansar por mucho tiempo, ya que al despuntar el alba, Amanda apareció con el desayuno en la mano. Una chispa de curiosidad brillaba en sus ojos mientras me interrogaba sobre mi encuentro con el alfa. Le di un resumen, dejando de lado ciertos detalles, como el hecho de haber sido sorprendida en ropa interior. Al terminar mi resumen, Amanda me tomó por sorpresa con noticias emocionantes. -Debes unirte a un grupo de trabajo, junto con otras
Emma ( Después de la cena del capítulo 2 )La larga cena llegó a su fin y nos dirigimos de vuelta a la cabaña. En el camino, el sonido de las hojas bajo nuestros pasos se mezclaba con el silencio entre Kate, Gema y yo, contrastando con las risas alegres de Liz y Amy, que resonaban en la oscuridad de la noche.Al llegar a la cabaña, me encaminé hacia mi habitación, una vez dentro, revisé meticulosamente mi mochila, donde guardaba el mapa, el sobre con dinero, ungüentos que Amanda me había dado y algo de ropa.Con determinación, tomé mis pertenencias y me deslicé por la ventana, dejando atrás la cabaña para adentrarme en el camino que me lleva al lugar planificado: el río.Al llegar me senté en la orilla, sintiendo la fresca brisa acariciar mi rostro mientras esperaba en silencio, era mi señal para adentrarme en el bosque. Todo estaba meticulosamente planeado, desde el horario de las patrullas hasta el contenido de mi mochila.Anhelaba partir, aunque en mi corazón lamentaba no poder desp
EmmaCorrí desesperadamente dejando atrás a Samuel y a ese gruñido feroz y siniestro, bajo la oscuridad profunda del bosque.Al llegar a la cabaña, me deslizo dentro por la ventana en silencio. Sentí una sensación de calor febril expandirse por todo mi cuerpo, tenso y agarrotado. Exhausta, me dejo caer en la cama, sintiendo el peso de mis párpados cerrándose sobre mis ojos cansados. Pero el sueño, ese traidor, no me permitió descansar. Me venció con su dulce veneno, sumergiéndome en el terror de mis recurrentes pesadillas.Luego, me encontré flotando en un mar de oscuridad, pero esta vez no estaba sola. Una figura borrosa aparecía, su presencia tranquila y reconfortante me hacía sentir atraída, como si fuera un faro en la oscuridad.Cuando finalmente abrí los ojos, vi a Amanda sentada al lado de mi cama, con una expresión de preocupación en su rostro.Amanda sonrió con una sonrisa débil y me contó que había estado enferma durante días. Gema le había informado sobre mi condición y vin
Emma-¿Dinero?- preguntó Alex, con un tono de burla.Su voz sarcástica hizo reavivar mi enojo, y sin miedo, respondí con un tono igualmente sarcástico-Sí, dinero. ¡Mi dinero! Excepto que el alfa lo necesite.-Mi voz sonó firme y desafiante en el silencio del salón. Note una leve sonrisa en Gema, mientras que Kate me miraba con desaprobación.Briana con su cuerpo tenso y su rostro rojo de ira gritó -¿Cómo te atreves, insolente?--¡Es mi dinero! lo junté durante dos años, el alfa me lo quitó y lo quiero de vuelta.- Dije, manteniendo la calma y continúe después de un suspiro -Tengo derecho a pedir lo que me pertenece.-Briana, con los ojos echando chispas de furia, dio un paso adelante y gritó con rabia -¡No tienes derecho a nada!--¡Suficiente!- Gruño Alex con voz firme y autoritaria, captando la atención de ambas. -Muy bien, Emma, te avisaré cuando puedas retirar tus pertenencias.- Agregó con un tono calmado pero firme. Hizo una pausa, y luego concluyó -Pueden irse, su trabajo por hoy
Alexander El tiempo fue transcurriendo sin descanso y la manada Auge de Luna restauró la grandeza.Junto a Marcos, Iker y mis guerreros, enfrentamos batallas feroces bajo la luna llena y mi nombre se convirtió en leyenda. Mi popularidad, unida a la de Dago, el lobo más grande y fuerte que jamás se había visto, se extendió hasta las manadas más lejanas, donde éramos conocidos como invencibles y poderosos.Sin embargo, Dago parecía tener una debilidad inexplicable. Cada noche, me llevaba al río, donde siempre encontrábamos a Emma, envuelta en una profunda calma. Él sentía una conexión misteriosa con ella, aunque no podía explicarlo.Sabía que Dago quería protegerla, ya que siempre estaba en el río, un lugar desolado y peligroso. Por eso, permitía que nos quedáramos ahí, observándola. La veíamos nadando, en ocasiones desarrollando sus habilidades con entrenamientos intensos, demostrando la enseñanza de Jasón, su padre. En momentos de calma, la veíamos leer, sumergida en sus pensamientos.
AlexanderBriana me envolvió con sus brazos y dijo: -Tenemos asuntos pendientes Alex, asuntos que requieren nuestra atención- Luego miró a Emma y agregó -Si ya tienes tus pertenencias, puedes irte-Dago no paro de gruñir fuerte en mi mente desde que Briana entró.Me zafé de su agarre, cuando vi salir a Emma, y regresé a mi asiento, fije mi mirada distante en Briana. -¿Qué asuntos tenemos?- Mi voz era severa y controlada.-Dijiste que me harias tu luna.- Dijo con inseguridad.Dago me estaba desgarrando la cabeza con sus gruñidos, pero no iba a ceder ante él. Así que respondí con calculada indiferencia -Si, lo dije, pero estuve ocupado con otros asuntos estos días, mañana hablaré con Iker para empezar a ocuparme de eso.-Briana esbozó una sonrisa calculadora en su rostro, no me sorprendió, el puesto de Luna le daría el poder que tanto anhelaba. Se acercó a mí y se sentó en mi regazo, como lo hace siempre que tiene oportunidad, acaricia mi cabello y, como era predecible, empezó a susurra
EmmaPermanecía acostada en el mismo lugar donde Alexander me dejó. El entorno a mi alrededor se había vuelto aún más denso y helado, como si el mundo se hubiera quedado sin luz, sin calor. La voz de Kira, resonaba como un murmullo distante y confuso, como un eco suave que pasaba entre las copas de los árboles.Sin el consuelo de poder siquiera mover un dedo para escapar de aquella oscuridad que me envolvía y que cada vez me hundía más en un pozo que se hacía más profundo, reviviendo cada palabra, cada gesto, cada mirada que Alexander me había dedicado antes de marcharse.Anhelaba con toda mi alma escapar de aquel pozo de desesperación, de aquella prisión sin barrotes físicos pero tan real como el vacío que sentía en mi interior. Deseaba con fervor encontrar una rendija de luz que me permitiera salir de aquel abismo emocional, pero mis fuerzas se desvanecen ante la magnitud de la tristeza que me embargaba.De repente, percibí un suave pelaje que se recostó sobre mí, un calor reconforta