Sienna estaba sentada en un rincón de la habitación, con el teléfono en la mano, los dedos temblando sobre la pantalla. La habitación, bañada por la luz pálida del amanecer, se sentía fría y vacía.

Se había levantado antes para poder hacer la llamada, su corazón continuaba latiendo con una mezcla de miedo y determinación. La vida de Ethan dependía de esto, y no podía fallar.

Salió en puntitas sin hacer ruido y bajó hasta la planta baja del edificio. Marcó el número de Rob, y el sonido de la línea la hizo temblar. El teléfono sonó dos veces y la voz de Rob, grave y autoritaria, respondió.

— ¿Sienna? — preguntó, su voz era algo que no le gustaba, un sonido que la hacía sentir escalofríos.

— Sí, Rob, soy yo — dijo Sienna, como un hilo casi imperceptible—. ¿Ya vienes de camino? Ethan está...

— Sí, Sienna. Ya estoy en el avión — Rob interrumpió, su voz era una caricia de miel que, en lugar de tranquilizarla, la hizo sentir más nerviosa — Llegaré pronto, te aviso cuando esté en el aeropuert