El tiempo seguía pasando y con ello la felicidad de ambas parejas. Ya eran tres días los que habían pasado.
Aitana y Lucas compartían momentos cortos, pero muy especiales, ya que se acercaban las vacaciones y sus clases y exámenes eran mucho más apretadas.
Julián, por su parte, seguía pidiéndole paciencia a Ámbar, prometiendo que su regalo llegaría en cualquier momento.
También estaba una difícil situación en la que Enzo empezaba a preocuparse. Observaba a Rocco desde la distancia, su cuerpo tenso y sus ojos fijos en Ámbar. La forma en que Rocco la miraba, con esa intensidad que rozaba lo enfermizo, le revolvía el estómago.
Se acercó a Rocco, que estaba recargado contra la pared, mirando a ámbar con intensidad, Ámbar reía junto a Aitana mostrándole cosas de su teléfono.
—Rocco, ¿podemos hablar un momento? —pidió Enzo.
Rocco giró la cabeza, su sonrisa se desvaneció al ver a Enzo.
—¿Qué pasa?
—No puedo evitar notar tú… obsesión con Ámbar — dijo Enzo, eligiendo sus palabras con cuidad