—James es detestable, pero no es estúpido —argumento. Andrew me prepara un té para que me calme. Ahora estamos sentados en la isla de la cocina, frente a frente. El silencio tenso pesa entre nosotros—. Se hará la víctima, dirá que lo ataqué en una crisis, meterá mi ansiedad como un factor en contra. Tampoco hay alguna prueba de que me violó, nunca lo denuncié.
—Lo sé —asume Andrew, la furia todavía brilla en sus ojos, parece hervir en rabia cuando menciono mi violación—. ¿Se lo contaste a alguien? Tal vez podemos tener algún testigo.
—No, estaba demasiado avergonzada para decirle a alguien, ni siquiera a Alana —cierro mis ojos ante el dolor de pensar en mi hermana—. Voy a tener que contárselo antes de que lo escuche de la versión manipulada de James.
—La llamas mañana temprano —dice Andrew, una orden directa—. Ahora lo más importante es comenzar a accionar. Fue acuchillado y en el hospital llamaran a la policía; si te acusa, debemos actuar primero.
Se levanta, buscando algo en la sala