69. Ya no te puedo tener lejos de mí
Despertaron en medio de besos y suspiros cargados de felicidad.
Había sido una noche maravillosa, como ninguna otra.
Francisca les llevó el desayuno a la recámara y se mostró feliz al escuchar las pequeñas risas y susurros que provenían del cuarto de baño. Se sonrojó con picardía y decidió no molestarlos, así que dejó la charola en la cama con los alimentos bien surtidos y nutritivos, sobre todo para ella, que estaba gestando al nuevo patroncito, y salió sin hacer ruido.
A media mañana, la pareja de reconciliados ya había ingerido lo que se les había subido, al tiempo que compartían miradas indiscretas y besos en medio de cada bocado.
Ella estaba sentada a la orilla de la cama, peinando su sedoso cabello, atrapada en el albornoz, cuando el brasileño la rodeó por la cintura y le besó el hombro.
— Ya no te puedo tener lejos de mí, lo sabes, ¿verdad? — susurró contra su lóbulo.
Calioppe sonrió y ladeó la cabeza para darle un suave beso en los labios.
— ¿Vas a secuestrarme? — bromeó