Horas antes...

Alessia baja del coche furiosa, con los tacones golpeando el suelo empedrado de la entrada de la casa Murano como si cada paso descargara parte de su ira. El aire fresco de la madrugada apenas la toca; está hirviendo por dentro. No puede creer lo que acaba de vivir en la fiesta. Isabella, esa maldita mojigata, ha vuelto a robarle la atención de Benedict. Otra vez. Pero esto no va a quedarse así. Si algo tiene claro Alessia, es que nada ni nadie va a arrebatarle lo que ya considera suyo. No ahora. No cuando está tan cerca de conseguirlo todo.

Empuja la puerta principal sin siquiera saludar al personal de guardia y sube las escaleras con paso decidido. Llega a su habitación y encuentra a Mauricio tirado en la cama, con una botella de whisky casi vacía colgando de su mano. Solo la imagen le resulta repulsiva por unos segundos.

—¿Qué haces aquí? —pregunta ella con la voz pastosa.

—Vine a ver cómo te fue en la fiesta —responde con desdén mientras se cruza de brazos—. Te esta