Me despierto lentamente. Estoy completamente desorientada y no reconozco ninguno de los olores que me rodean. Cuando abro los ojos, veo que estoy sola en una habitación de hotel.
Todo me viene a la cabeza y, con un grito ahogado, me llevo la mano al cuello. Noto los pinchazos que me han hecho en el cuello al marcarme a la fuerza.
‘¿Maia? ¿Sabes dónde estamos?’.
‘No. Me quedé inconsciente, igual que tú’.
Me incorporo y miro a mi alrededor. Desde donde estoy sentada, veo mi mochila y lo que parece la mochila de Eli. Me levanto y corro hacia su bolsa, la abro y compruebo que es suya y que sus cosas siguen dentro. Abro mi mochila y veo que está prácticamente intacta; mi dinero sigue dentro.
Cierro las persianas de la ventana y me asomo al exterior. Veo la estación de autobuses no muy lejos. Me giro y vuelvo a mirar la mochila de Eli. Es entonces cuando me doy cuenta de que solo llevo una camiseta. Una camiseta enorme que huele a Eli.
'Maia, ¿crees que Eli nos sacó de ahí? ¿Crees que