Capítulo 131 —Ulises
Narrador:
Habían pasado tres meses desde la muerte de Charlotte.
La casa de Josefina se había llenado de un silencio distinto, uno menos cargado de resentimiento, más cercano a la paz. La anciana, a pesar del dolor profundo que le dejó perder a su hija, encontraba consuelo en lo que había sucedido en los últimos días de su vida.
Había sido testigo de un milagro que no esperaba vivir: ver a Desirée abrazar a Charlotte sin odio, verlas llorar juntas, hablar como madre e hija, como mujeres heridas que, por fin, se daban permiso para dejar de luchar entre sí. Charlotte se había ido con la conciencia tranquila, con el alma aliviada. Y Josefina, aunque rota por dentro, se sentía agradecida por ello.
El nombre de su hija, que había sido arrastrado por la infamia, estaba limpio, ahora podía ser dicho en voz alta sin vergüenza. Charlotte ya no era la asesina. Era la madre que había callado por proteger a su hija, la mujer que había cargado con un crimen que no cometió. Y