En medio del mal momento que atraviesa Victoria, se siente un poco consolada al saber que Miguel Ángel vendrá mañana.
Al terminar de firmar varios cheques, el doctor Néstor, y su hija salen de la oficina para tomar un café a dos manzanas de la empresa.
Padre e hija están felices, solo falta que doña Guadalupe llegue a Ciudad de México para completar esta felicidad.
En la cafetería, el doctor Néstor contempla el rostro de su amada hija. Su mirada está llena de amor y dulzura.
—Mi amor, eres tan hermosa como tu madre; tus ojos y sonrisa me recuerdan las primeras veces que salí con ella para invitarla a tomar un café.
— ¿En serio, papá? —Le pregunta ella.
—Así es, tal y como ahora lo estamos haciendo, Guadalupe y yo pasábamos largas horas conversando sobre los dos y nuestros futuros planes. Néstor se llena de nostalgia al recordar a su amada Guadalupe.
—Eres tan tierno, papá. Espero conocer a un hombre como tú cuando me case. Sara le sonríe.
—Yo sé que sí, mi amor. Espero que tu futuro e